15 de abril de 2021: 94 aniversario de su nacimiento.

Tal vez resulte llamativa la inclusión de una escritora como Corín Tellado entre las efemérides que hemos venido ofreciendo. Pero seguramente muchos de los que lean esta nota habrán sentido la presencia de las novelas de Corín Tellado en las casas de nuestras madres, tías o primas. Es que Corín Tellado es un fenómeno social, literario y editorial, y creo que vale la pena poner la mirada también en un personaje como este, y no solamente en aquellos que han tenido vidas deslumbrantes.

María del Socorro Tellado López nació 15 de abril de 1927 en el puerto de Viavélez, Asturias, España. El diminutivo de Corín le viene del cariñoso «Socorrín» con que la había rebautizado su padre, un maquinista naval de la Marina Mercante que hizo carrera durante el franquismo; su madre era ama de casa. El matrimonio tuvo cinco hijos, de los cuales Corín era la única mujer. Instalada la familia en la ciudad-puerto de Cádiz, donde el padre tenía su base de operaciones, Corín cursó allí sus estudios en un colegio regenteado por monjas católicas. Posteriormente comenzó la carrera de Psicología, pero la abandonó en 1945 tras la muerte de su padre, y tuvo que encontrar un trabajo para ayudar a sostener la familia. Conocedor de la afición de Corín por la lectura y de algunos cuentos que había escrito, el encargado del puesto de periódicos del barrio en el que vivían le recomendó que se presentara a la editorial Bruguera, porque siempre estaban reclutando a jóvenes escritores. Corín tuvo suerte, porque presentó un manuscrito que fue aceptado y se publicó el 12 de octubre de 1946, titulado Atrevida propuesta, por el que le pagaron 3.000 pesetas, una suma bastante importante para la época. La breve novela tuvo un éxito rotundo, y se reimprimió 36 veces. En vista de esto, Corín presentó un nuevo manuscrito, pero la editorial esta vez la rechazó. Como el hambre apretaba, ella estuvo a punto de aceptar el puesto de empleada de una zapatería. Sin embargo, Bruguera la recuperó para la literatura y la contrató como escritora de su nómina, exigiéndole la entrega de una novela corta cada semana. Ella cumplía con el encargo y entregaba una novela a la semana, porque su salario dependía de las entregas y no de las ventas, según el contrato que firmó.

Poco tiempo después, en 1948, Corín y su madre se instalaron en Gijón, que por entonces era una ciudad de poco más de 100.000 habitantes y en la que viviría hasta su muerte. Allí conoció en 1959 a Domingo Egusquizaga, un delegado comercial de una empresa vasca, con quien se casó y con quien tuvo dos hijos: Begoña, nacida en 1960, y Domingo, nacido en 1961.

Digresión 1:

El suyo no fue un matrimonio por amor. Ella misma lo dijo: se había casado «a despecho, sin amor y harta de pagar bodas familiares». Pero no mencionaba que también debía pagar los gastos de la casa, porque don Domingo no era un hombre al que le gustara trabajar. Un año después de nacido su segundo hijo, Corín tomó la decisión, no muy común en esa época, de separarse, y quedarse con los hijos. Nunca se divorciaron, entre otras cosas porque el divorcio no existía en España. Nunca hubo reconciliación conyugal ni volvió a tener una relación sentimental que se le conociera. Durante años, Domingo le escribía largas cartas que ella nunca abrió y que quemó el día en que se enteró de su muerte, sin haberlas leído.

Digresión 2:

Sin poder asegurarlo, CorínTellado publicó cerca de cuatro o cinco mil novelas, muchas de ellas traducidas a 27 idiomas. Una gran cantidad de esas novelas cortas fueron adaptadas al cine, al teatro o a la televisión. Si tomamos en cuenta que publicó su primera novela en 1946 y escribió todos los días de su vida hasta 2009, en esos 63 años tiene que haber escrito un promedio de una cada cinco días, sin tomarse ninguno de descanso. Sabemos que su ritmo de vida era de trabajo intenso que comenzaba a las 5 de la mañana, dormía una corta siesta después de la comida, volvía a sentarse a corregir lo ya escrito hasta caer la tarde, y se tomaba un mes de vacaciones en verano. No en vano la UNESCO la declaró, en 1962, como la escritora española más leída después de Miguel de Cervantes.

En 1994 figuró en el Libro Guiness de los records por ser la autora más vendida del idioma castellano: casi 400 millones de ejemplares.

Digresión 3:

En 1947 firmó un contrato con la Editorial Bruguera para publicar una novela corta por semana. Al tiempo que ella hacía con sus novelas de amor con final feliz, Marcial Lafuente Estefanía se especializaba en novelas del lejano oeste estadounidense. En 1951 fue contratada por la revista cubana Vanidades, a la que entregaba dos novelas cortas mensuales, con gran éxito. La tirada de la revista pasó de 16.000 ejemplares a 70.000 en un corto periodo. La colaboración se mantuvo durante los siguientes cincuenta años.

Editorial Bruguera era una editorial española, radicada en Barcelona, dedicada fundamentalmente a la publicación de historietas y novelas cortas. Al principio, en 1910, su fundador Joan Bruguera Teixidó la llamó El gato negro, y estaba dedicada a publicar revistas de historietas. Pero en 1940 ya era una poderosa productora de libros populares, que contaba con una planta industrial, una división publicitaria, una librería y una distribuidora. Tenía sucursales en varias ciudades españolas y delegaciones en Argentina, Brasil, Colombia, Portugal, México y Venezuela. En la década de los ‘60 incorporó series de enorme éxito, como Asterix el Galo. En los ‘70, perdidos los litigios con Corín Tellado y con el ex coronel republicano Marcial Lafuente Estefanía, trató de mostrar un perfil más literario, publicando autores como Jorge Luis Borges, Jorge Amado, Gabriel García Márquez y Juan Carlos Onetti. Títulos como la Crónica de una muerte anunciada de García Márquez o Los gozos y las sombras de Gonzalo Torrente Ballester fueron enormes éxitos. Pero varios factores obligaron a la empresa a presentarse en suspensión de pagos en 1982. Entre ellos estaban la rescisión del contrato con la revista Interviú, la devaluación de un 78% del peso mexicano y la prohibición de la salida de divisas de Argentina, además de la devaluación de la peseta, sin olvidar los astronómicos salarios de los directivos de la empresa. Cuando en 1986 fue decretada la quiebra de la editorial Bruguera, Corín Tellado pudo liberarse del asfixiante contrato que la había unido a esa empresa, y empezó a publicar cuentos juveniles para editoriales como Júcar y Cantábrico, e incursionó en las publicaciones por internet. El sello Bruguera fue incorporado al Grupo Zeta en 2006, y luego pasó a manos del grupo internacional Penguin Random House.

Con nuevos bríos, Corín rompió su compromiso con Bruguera y, pese a los cambios que se habían producido en la sociedad y la cultura de España, impulsó una colección de adaptaciones a fotonovelas de sus libros, demostrando que su presencia seguía siendo irreemplazable. El primer título, Eres una aventurera, vendió 750.000 copias en una semana. «Empiezo de nuevo después de dos años, pero no hay ruptura con lo anterior. La única diferencia es que ya no estaré obligada a limitar mis novelas a 80 cuartillas, como me ocurría en Bruguera, por razones de tipo técnico, y podré volver a mis orígenes, a obras de hasta 160 cuartillas, alguna incluso de hasta 400».

El 11 de abril de 2009 Corín Tellado falleció en la ciudad de Gijón, a los 81 años de edad, como consecuencia de un infarto. En el cajón de su escritorio encontraron tres novelas inéditas. «El día que deje de escribir, será cuando me caiga la cabeza sobre la máquina», solía decir.

Digresión 4:

En el año 1994 ella había declarado: «No me licencié en lingüística, pero sí en expresividad». Sus narraciones eran breves y de carácter romántico, dirigidas a un público casi exclusivamente femenino que literalmente devoraba las entregas semanales, y que seguramente hacía más llevadera la triste vida de las mujeres trabajadoras de la posguerra. Nunca presumió de que su narrativa fuera equivalente a lo que producían otros escritores de la época. Sus historias trataban de esos problemas que las mujeres que no compartían con nadie, y encontraban en Corín alguien que escribía sobre lo que les pasaba en la vida real. Lo que escribía era lo que se conoce como «novelas rosas». Aunque para ella eran «novelas de sentimientos». Se definía como «una mujer de derechas», pero se declaraba también «independiente y feminista». Si bien muchas de sus novelas tenían un alto contenido erótico, Corín había descubierto un código o una forma que sus lectoras comprendían, basado en sobreentendidos y dobles lecturas. Como dijo alguna vez: «A insinuar me enseñó la censura, porque decía las cosas claras y los originales venían con tantos subrayados que apenas quedaba letra en negro. Me enseñaron a insinuar, a sugerir más que a mostrar. Aprendí a contar lo mismo pero con sutileza, así nunca me dejé nada por decir». El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, que la había leído mucho porque era el corrector de pruebas de la revista Vanidades, la definió como «la inocente pornógrafa» porque relataba con habilidad episodios sexuales sin llegar a desvelarlos. Y el peruano Mario Vargas Llosa dijo de ella: «Corín es una mujer amable, empeñosa, sin pretensiones, una escritora que no tiene conciencia exacta de su influencia en su legión de lectores. Pero, para bien o para mal, durante treinta años ha sido la encargada de satisfacer nuestra hambre de irrealidad». O como la llamara Manuel Vázquez Montalbán, con una dosis de mayor crueldad, «la escribidora consoladora por excelencia, un sex shop viviente a lo divino y casi sin pecado original» (v. El País, Madrid, 12 de junio de 1982).

CORÍN TELLADO
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