6 de julio de 2021: 59 aniversario de su fallecimiento.

Hay quienes sostienen que la literatura de William Faulkner es racista. Sin embargo, cuando en 1955 la noticia de la mutilación y asesinato del joven negro de 14 años Emmett Till porque supuestamente había silbado a una joven blanca en un pueblecito de Mississippi, provocó una ola de protestas en todo Estados Unidos, Faulkner tomó partido. El cruel asesinato dio origen al movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos que culminaron en los ‘60 y que hoy pervive en el movimiento «Black Lives Matter». Los dos asesinos de Emmett Till fueron capturados y enjuiciados, y salieron en libertad un mes después del juicio. Faulkner escribió un artículo que se publicó en una revista de circulación nacional que tituló con una pregunta: «¿Merece sobrevivir este país?».

Nacido como William Cuthbert Falkner (años después agregó una «u» a su apellido) en New Albany, estado de Mississippi, el 25 de septiembre de 1897, era el mayor de cuatro hermanos de una familia del sur profundo de Estados Unidos. El padre era tesorero de una empresa ferroviaria que pertenecía a la familia. Cuando recibió la parte de la herencia familiar por la muerte de su padre, la familia de William decidió ir a vivir a Oxford, una ciudad cercana, donde William viviría el resto de su vida. Su madre era una ávida lectora, y le enseñó a leer antes de que fuera a la escuela pública. Su otra fuente de formación fue la niñera afrodescendiente que lo crió y le transmitió la cultura del sur estadounidense, que todavía vivía sumido en la pobreza de la posguerra civil. Aunque había comenzado bien su vida escolar, su educación pronto dejó de interesarle y se dedicó a estudiar la historia de Mississippi, la guerra civil, la esclavitud y las hazañas de su bisabuelo «el coronel» Falkner. A los 17 años, William comenzó a interesarse por la literatura y escribió sus primeros poemas. Toda su escritura giraba en torno a la historia de su familia y de las leyendas del sur y del río Mississippi. Durante la Primera Guerra, William quiso ingresar en el ejército, pero fue rechazado por su corta estatura (medía 1,65). Y aunque no hay registros de ello, siempre sostuvo que se había incorporado a una unidad de la aviación inglesa en Canadá, aunque dijo que no había llegado a combatir. En 1918, cuando se publicó su primer libro, por un descuido tipográfico su apellido se había convertido en «Faulkner», lo que fue aceptado por William, que adoptó ese nombre para siempre. En 1925, influenciado por la literatura del amigo que había hecho en una estadía en Nueva Orleans, Sherwood Anderson, un maestro del relato corto, escribió su primera novela, La paga de los soldados, que se publicó el año siguiente. De inmediato escribió Banderas en el polvo, basada en tradiciones sureñas, que transcurre en un sitio inventado por Faulkner, al que llamó Yoknapatawpha.

Digresión 1:

Sus siguientes novelas, Santuario y Mientras agonizo, fueron también ambientadas en un lugar inexistente que sintetiza al mundo, llamado Yoknapatawpha. Desde aquí recorrió la historia desde la llegada de los primeros aventureros blancos que se apoderaron de la tierra de los indios y de las familias de grandes hacendados crecidos al calor de las plantaciones trabajadas por esclavos negros, hasta que fueran derrotados en la guerra civil. Curiosamente, los temas de Faulkner influyeron en toda una generación de escritores latinoamericanos, la del realismo mágico, como Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Juan Rulfo y Gabriel García Márquez, y especialmente en el uruguayo Juan Carlos Onetti, que también creó el pueblo de Santa María para su saga de novelas.

Después, en 1928, comenzó a escribir El ruido y la furia (que en algunas traducciones al castellano se tradujo como El sonido y la furia) que publicaría al año siguiente. Mientras, se casó con Estelle Oldham en 1929, cuando Faulkner comenzó la escritura de Mientras agonizo. Aunque se había propuesto vivir y sostener a su familia con lo producido por sus obras literarias, tuvo que seguir dando clases en la universidad. En 1931 publicó Santuario, novela que fue criticada por su percepción pesimista del sur estadounidense. En esas épocas tuvo algunos trabajos temporales, como el de periodista, pintor y cartero. Siempre elegía trabajar en el turno de la noche, especialmente cuando trabajó como supervisor de una planta eléctrica. Dormía por la mañana y escribía por la tarde. Necesitado de dinero, en 1932 aceptó una oferta de los estudios Metro Goldwyn Mayer para convertirse en guionista de películas, varias de las cuales dirigiría Howard Hawks. Su vinculación con el cine de Hollywood se mantuvo hasta la década de los ‘50. En 1939 publicó Las palmeras salvajes, una de las novelas más complejas de las escritas por Faulkner.

Digresión 2:

Las palmeras salvajes reúne dos historias, dos relatos que se intercalan, uno es el que lleva el título del libro, y el otro se llama «El viejo», aludiendo al río Mississippi. Las dos historias van interrumpiéndose una a la otra, en un alarde de imaginación y talento narrativo, que le dan a la novela una fuerza terrible que no significa un desprecio por la condición humana sino que pareciera que, en la medida que uno más se acerca al infierno, también se aproxima más a la redención. La publicación de la novela atravesó varias peripecias que son dignas de considerar. En primer lugar, hay que señalar que la edición inglesa fue hecha por la editorial Chatto & Windus, donde le hicieron correcciones por su cuenta, especialmente en cuanto a expresiones que les parecieron demasiado crudas. También otras modificaciones en diálogos, porque un personaje femenino creyeron que parecía demasiado masculino. Esta edición inglesa, y no la estadounidense, es la que se tomó para las primeras traducciones al castellano, alguna de las cuales lleva en las portadas el dato de que la traducción es de Jorge Luis Borges (la de Sudamericana de 1966, la de la española EDHASA de 1996, y hasta la de Siruela de 2010), aunque hay críticos que dudan del hecho de que Borges se hubiera encargado del trabajo. Y no porque no creyera que Faulkner, y Las palmeras salvajes, no fueran de su agrado, sino por la crudeza del relato y el lenguaje. Y hasta en el Ensayo autobiográfico de Borges hay una alusión a que algunas de las traducciones borgeanas las habría hecho su madre.

Digresión 3:

Sobre la obra de Faulkner, dice Ricardo Piglia: «En esa lucha entre la memoria y el presente, entre la fatalidad y el olvido nace la prosa de Faulkner. Un estilo aprendido en Conrad, en Laurence Sterne, en Joyce, pero sobre todo en el Viejo Testamento. Una deslumbrante construcción verbal que unifica todos los temas, todas las significaciones del arte de Faulkner; allí, en ese vértigo de palabras, en esa música, se dibuja el perfil de sus mitos, se vislumbra (sobre todo) una visión del mundo». Santuario está llena de crímenes, sexo, violencia, fraudes y otras atrocidades, muy pocas cosas de las que se relatan se describen, más bien se dice que ocurrieron, recurriendo magistralmente a la postergación u ocultamiento de los sucesos, e introduciendo elementos humorísticos entre la narración más oscura y demencial. Como por ejemplo el grupo de viajeros que en Santuario se hospeda en un burdel de Memphis creyendo que es una pensión familiar. Es, como describe Borges en su Introducción a la literatura norteamericana, «La historia (de la novela), siempre atroz, no nos es referida directamente; debemos descifrarla y presentirla a través de sinuosos monólogos interiores según el incómodo modus operandi del capítulo final del Ulises de Joyce».

Digresion 4:

Sus novelas y relatos cortos dieron mucho material para Hollywood. Pero aunque firmó un contrato para escribir guiones para películas, nunca llegó a adaptarse a ese ambiente. «Yo soy un granjero que cuenta historias», solía decir. Pero les entregó seis guiones, cinco de ellos para Howard Hawks: El sueño eterno (basado en la novela de Raymond Chandler), Tener y no tener (de la novela de Ernest Hemingway), El Camino de la gloria y Vivimos hoy. También colaboró en otras producciones de Raoul Walsh y John Ford. Dos películas hizo Martin Ritt basándose en novelas de Faulkner: El largo y cálido verano, de 1958, en la que actuaron Paul Newman, Joanne Woodward y Orson Welles, y El ruido y la furia de 1959, con Yul Brynner y Joanne Woodward.

En 1945 los libros de Faulkner habían casi desaparecido de las librerías y bibliotecas estadounidenses, y prácticamente su obra ya no se estudiaba en los «colleges» porque se la consideraba racista y misógina. Sin embargo, en Europa se había convertido en uno de los escritores de moda, y en 1949 recibió en Premio Nobel de Literatura. No fue el único premio que recibió: también le otorgaron dos veces el National Book Award (1951 y 1955), y ganó dos Pulitzer (1955 y 1963).

Digresión 5:

El estilo de Faulkner está lleno de violencia y duras palabras para describir un mundo injusto y violento, tal como él lo veía. Insultaba tanto a los blancos sureños como a los «niggers» sin dulcificarlas con recursos supuestamente progresistas. En el ámbito académico estadounidense se lo consideraba como sórdido y brutal, y los afroamericanos lo veían anticuado y paternalista, «un injuriador profesional de la raza negra», como llegaría a describirlo un crítico, que no se daba cuenta de que el foco crítico de Faulkner estaba centrado en los blancos, tanto en los «admirables caballeros» derrotados del sur como en los victoriosos capitalistas del norte. Criticado por las dificultades que suponían para algunos la lectura de sus libros, en una entrevista de The Paris Review de 1956, ante el pedido de una sugerencia para aquellos «que no entienden lo que escribe incluso después de leerlos dos o tres veces», Faulkner recomendó «que lo lean cuatro veces». El estupendo escritor estadounidense Richard Ford, refiriéndose a Hemingway, Fitzgerald y Faulkner, sentenció que este último «fue el mejor de los tres y el mejor que haya escrito ficción norteamericana en el siglo XX».

Faulkner fue un adicto al alcohol, además del tabaco. Nunca tuvo una buena salud. Murió de un infarto el 6 de julio de 1962. Tenía 65 años. No sé si su deseo se cumplió, pero alguna vez dijo que que quería que su epitafio resumiera que «la historia de mi vida ha sido: escribió libros y murió».

WILLIAM FAULKNER
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