29 de junio de 2021: 21 aniversario de su fallecimiento.

Yo conocí a Vittorio Gassman. En realidad, lo vi dos veces, en mi juventud. La primera vez estaba con mi papá en la platea del estadio de Ríver Plate, en Buenos Aires, cuando mi padre, habitualmente serio y comedido, casi saltó y lanzó un grito: “¡Vittorino!”. Me volví hacia donde miraba y lo entonces vi. A él, a Vittorio Gassman, que se había dado vuelta para mirar a quien había lanzado el grito. Me pareció que sonreía, y casi que saludó con la mano. Yo solamente atiné a corregir a mi papá, porque le dije: “Papi, no es Vittorino, es Vittorio”. La segunda vez que lo vi fue en el escenario del cine/teatro Ópera de Buenos Aires, donde presentaba un espectáculo unipersonal (no, en realidad, una joven actriz lo acompañaba en algunas escenas) titulado “Il Mattatore”, que tomaba el título de un programa que presentó alguna vez en la televisión romana. VG recitaba, maravillosamente, trozos de la Divina Comedia y otros textos que ya no recuerdo. Pero sí recuerdo la extraordinaria interpretación de las líneas de Shakespeare, cuando Hamlet le dice a Ofelia: “Al convento, vete al convento” (acto III, escena I). Recitó eso, pero varias veces con variaciones en el tono, que explicaba cada vez. Y al final, recitó todas esas versiones de corrido, en un sprint que estremeció a todo el teatro. Además, creo haber visto muchas de sus películas, haberlo escuchado mil veces recitar en versiones discográficas, siempre maravillado por su asombrosa capacidad actoral. Sí, lo conocí.

Vittorio Gassman nació en la ciudad de Génova, Italia, el 1 de septiembre de 1922. Su familia era parte de la burguesía acomodada de la ciudad. Su padre era un italiano de origen alemán y su madre una frustrada actriz italiana de familia judía. Ella fue quien impulsó al joven Vittorio a incorporarse a la Academia Nacional de Arte Dramático. En 1942 debutó en el teatro en Milán, pero adquirió cierta fama cuando se instaló en Roma y debutó en el teatro Coliseo. Actuó indistintamente en comedias ligeras y en otras de sofisticado rigor intelectual. En 1947 actuó en su primera película, Preludio de amor, dirigida por Giovanni Paolucci. Pronto su figura atlética y su vena dramática le permitieron filmar varias películas, interpretando papeles secundarios que le permitían actuar en personajes muy diversos y ganar confianza en su propia capacidad. Su salto a la fama llegó con la película Arroz amargo, en 1948, un melodrama cargado de erotismo que dirigió Giuseppe de Santis y que fue también el debut en el papel principal de la bellísima y sensual Silvana Mangano. La película fue un éxito internacional y fue nominada ese año para el Oscar de la academia del cine estadounidense a la mejor película extranjera. Al final de la vida de Gassman, cuando la crítica enumeró las películas en las que había participado, contaron más de 150.

Digresión 1:

Además de sus dotes interpretativas, Gassman poesía un indudable atractivo físico. Era alto, delgado y tenía cuerpo de atleta. Siempre sonriente, cultivó una sonrisa entre irónica y distinguida, que sin duda era un atractivo más para las mujeres. Ese físico le permitió desempeñar roles tan diversos como el del seductor fanfarrón, el de un boxeador semiidiotizado, un miserable andrajoso o un gladiador romano. Y se sentía cómodo siendo Hamlet, Oreste o Peer Gynt.

1956 fue un año clave en la vida profesional de Gassman. Junto con Salvo Randone actuó en Otelo, de Shakespeare. En un alarde de genialidad ambos intercambiaban los roles del Moro y Yago en distintos momentos de la obra. Además, comenzó la serie televisiva Il Mattatore, apodo que llevaría el resto de su vida y que sería un éxito memorable, en el que interpretaba a distintos personajes. En 1979, Gassman recibió el premio Príncipe de Asturias a las Artes. A pesar de tantos éxitos, la década de los ‘90 fue muy dura, especialmente porque Gassman cayó en una depresión muy profunda, de la que solo salió cuando Ettore Scola le ofreció el papel central de su película La cena. Como si sintiera nostalgia por sus años de oro, en 1998, con 76 años a cuestas, hizo también una nueva serie de cuatro capítulos de Il Mattatore, que esencialmente estaban dedicados a criticar la situación política y social italiana, un “curso acelerado de pequeñas verdades”.

Digresión 2:

Al mismo tiempo que filmaba varias películas, Vittorio obtenía nuevos triunfos como actor de teatro, incorporándose a la compañía de Luchino Visconti, donde interpretó el Oreste de Vittorio Alfieri, al vigoroso Kowalski de Un tranvía llamado Deseo de Tennessee Williams, o a Rosalinda, el personaje de Shakespeare que en A vuestro gusto (As you like it), es una mujer disfrazada de hombre. En 1952 fundó y dirigió con Luigi Squarzina el Teatro de Arte Italiano, que puso en escena la primera versión italiana completa de Hamlet. También fundó una escuela de teatro en Florencia y el Teatro Popolare Itinerante, con el que realizaba giras fuera de Italia, representando obras como Aldechi, de Alessandro Manzoni, que llegaron a ver medio millón de espectadores.

Digresión 3:

En la década de los ‘50 fue tentado por Hollywood, tal vez con el deseo de juntar dinero para seguir con sus grandes proyectos teatrales. Allí filmó varias películas prescindibles, como The wall of glass (1953) y Rhapsody (Rapsodia), junto a la actriz más famosa y cotizada del momento, Elizabeth Taylor, y una adaptación de Guerra y Paz, la novela de Tolstoi, con la dirección de King Vidor, actuando en el papel del príncipe Anatol Kuragin, y acompañando a Audrey Hepburn y Henry Fonda. La aventura hollywoodense no duró mucho tiempo. Nunca se sintió cómodo, decía que los estadounidenses “no entendían que un actor europeo podía ser otra cosa que un latin lover”, y que por eso, “después de un par de años, estaba ansioso por volver a Italia, y ellos estaban ansiosos por enviarme de regreso, así que fue fácil”. Pero volvió a Hollywood en 1980, para filmar el bodrio The Nude Bomb, una película que quiso resucitar sin éxito al Agente 86, con un envejecido Don Adams y la ex actriz porno Sylvia Cristel, en un papel en el que Gassman no se sentiría cómodo, y que fue nominada a la peor película del año 1981. Años después, en 1996, cuando tenía 76 años, actuó en Sleepers, un drama carcelario de Barry Levinson, con Kevin Bacon, Robert de Niro, Brad Pitt y Dustin Hoffman.

Digresión 4:

Después del neorrealismo, lo más original que aportó Italia al cine fue la llamada “commedia all’ italiana”, producto de directores como Mario Monicelli, Dino Risi y Ettore Scola, y actores como Gassman, Nino Manfredi, Alberto Sordi y Ugo Tognazzi. El crítico Giovanni Grazzini definió el género como “algo en parte crítica de las costumbres y en parte como pura evasión, que incluye films de valores y compromisos diversos, pero todos ellos significativos documentos de la transición de la posguerra (en la que la pobreza caracteriza a los personajes) a una época de desarrollo económico en la que la alegría de vivir acompaña a las crecientes perspectivas del bienestar social ofrecidas a la pequeña burguesía del neocapitalismo”.Todo había comenzado en 1958, cuando Gassman actuó en I soliti ignoti, de Mario Monicelli, en la que un grupo de pobres miserables que integraban Marcello Mastroiani, Renato Salvatori, Totó y la bella Claudia Cardinale, planean ejecutar un robo a una gran empresa, y el fracaso en el que termina la aventura. Pero nada superó después a Il sorpasso, dirigida en 1962 por Dino Risi. Gassman era el inefable Bruno Cortona, un fanfarrón que hace sonar el claxon de su Alfa Romeo Spider y se burla de los demás automovilistas sobrepasando sus autos a gran velocidad (sorpasso es el nombre con el que se conoce esta acción en Italia) y se cree en la obligación de seducir a todas las mujeres que encuentra a su paso. Acompañado por un recatado estudiante de derecho (Jean-Louis Trintignat) recorren los alrededores de Roma hasta que la aventura termina en un trágico accidente. En ese mismo 1962, Dino Risi filma La marcha sobre Roma, esta vez con la pareja Gassman y Ugo Tognazzi, una comedia sobre el violento ascenso del fascismo. Al mismo tiempo, Pietro Germi recibe el Oscar para el mejor film extranjero por Divorcio a la italiana, una comedia macabra interpretada por Marcello Mastroiani y Stefania Sandrelli. Verdaderos monstruos de la cinematografía, actores, directores y guionistas produjeron algunos de los momentos estelares del cine italiano. Solamente para darse cuenta de cómo tomaban genialmente su trabajo estos maestros, recuerdo la escena de Il sorpasso, la película de Dino Risi de 1962 en la que Gassman baila con la mujer de un empresario en un restaurante de la ruta, “y a mí se me salió del alma algo impensado”. Separándose un poco de su compañera de baile, mira el resultado del frotamiento amoroso, y entonces dice: “Modestamente…”. En 1966 se estrena La armada Brancaleone, dirigida por Mario Monicelli, una disparatada comedia en la que un caballero medieval se rodea de una banda de patéticos servidores para conquistar el feudo de Aurocastro.

Digresión 5:

Fue un perfeccionista que odiaba la mala dicción o las expresiones dialectales. Sin embargo, cuando era necesario interpretar a un personaje que hablaba un dialecto italiano, lo hacía a la perfección. Tenía un refinado e imprevisible sentido del humor. Cuando en los años ‘90 participaba en una popular serie italiana llamada Túnel, recitó con la misma seriedad con la que recitaba La divina comedia un recibo de gas y las instrucciones para su uso. Gassman fue uno de los mejores ejemplos del artista culto y refinado, al estilo de Luchino Visconti o Vittorio de Sica. Alguna vez dijo que “como actor, vives tu vida viéndote a ti mismo y viendo a los demás viéndote también. Actuar se basa en la mentira, una mentira noble, por eso decidí decir la verdad; es mi principal lujo”. En los años finales de su vida pudo actuar en dos películas memorables: La familia (1986) y La cena (1998), ambas dirigidas por Ettore Scola. En una nota publicada poco después de su muerte, el primer ministro italiano Giuliano Amato escribió: “Recorrer la vida de Gassman significa recordar las páginas más bellas de nuestra cultura teatral, cinematográfica y televisiva”·

Cuando el gran cine italiano de comedia comenzó a declinar en el gusto del público y el teatro clásico empezó a presentar dificultades para la interpretación de Gassman, la “oscura enfermedad” de la depresión empezó a causar estragos en el gran actor. Trató de combatirla escribiendo una autobiografía (Un gran porvenir a la espalda) y dando recitales de poesía. Pero, como dijo un actor en su funeral, “Vittorio nunca aceptó la indecencia de envejecer”. Vittorio Gassman murió de un ataque al corazón en su casa de Roma, el 29 de junio de 2000. Tenía 78 años de edad.

«Escuchar a Gassman recitando el discurso de Marco Antonio por la muerte de César».

VITTORIO GASSMAN
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