11 de febrero de 2021: 58 aniversario de su suicidio.

La obra poética de Sylvia Plath está ubicada, en el mundo anglosajón, en uno de los niveles más altos de la jerarquía. En el mundo de habla castellana, en cambio, se la conoce poco y mal. Además, su imagen está distorsionada por los hechos trágicos de su vida. Pero ciertamente Plath no debe su fama al hecho de haberse quitado la vida, sino a que “fue una poeta cuya imaginación, inteligencia, lenguaje, oficio y apertura al inconsciente alcanzaron un extraordinario grado de desarrollo” (de la nota del traductor al castellano de la Poesía completa. Xoán Abeleira, Bartleby Editores, Madrid 2008, p. 23).

Sylvia Plath nació en la ciudad de Boston, Estados Unidos, el 27 de octubre de 1932. Su padre era un entomólogo de origen alemán, estudioso de las abejas, profesor universitario, que murió cuando Sylvia tenía ocho años y ya había publicado su primer poema en el Christian Science Monitor, un importante periódico bostoniano, y un cuento corto en una revista. Su madre era una profesora de alemán descendiente de inmigrantes austríacos. Desde muy temprano había sido una estudiante aplicada, ganadora de premios y honores. Gracias a una beca pudo entrar al prestigioso Smith College en 1951. Aunque durante esos años colegiales consiguió un éxito considerable en el terreno artístico, académico y social, Sylvia ya mostraba signos de un carácter depresivo y con rasgos suicidas. En su diario escribió: “Es como si mi vida estuviese mágicamente manejada por dos corrientes eléctricas: alegre, positiva y desesperadamente negativa; lo que esté corriendo en este momento domina mi vida, la inunda”. Esta clara bipolaridad la llevó a ser internada en un hospital psiquiátrico. Allí recibió un tratamiento con electrochoques, que parecía haberla ayudado a recuperarse. Se graduó con honores en 1955, lo que le valió ganar una beca Fullbright y salir de la casa materna y de la ciudad de Boston y viajar a Cambridge, Inglaterra, para proseguir sus estudios. En 1956, a los 24 años, conoció al poeta inglés Ted Hughes y se enamoraron de inmediato. Hughes le pareció avasallador. Ella, en cambio, era retraída. Escribió el poema del encuentro, llamado Pursuit (Persecución), en el que Hughes es descrito como una pantera (Sylvia Plath, Poesía completa, op, cit. p. 33), hermoso y dominante. Ya entonces, Sylvia profetizaba que“un día de estos al fin me matará”.

Digresión

La pasión de ambos duró poco. Ella se sentía sola y poco valorada. Hughes era un seductor y siempre estaba rodeado de jóvenes alumnas que lo admiraban. Sylvia se quejaba de cierta violencia psicológica, sumada a las infidelidades que constituían un maltrato constante y agobiante. En esa época ella lo llamaba el “oscuro merodeador”.

Cuando Sylvia quedó embarazada, decidieron instalarse en Boston, donde Sylvia ingresó a la planta de profesores del Smith College, donde enseñaba inglés. En 1960 apareció su primer libro de poemas, Colossus, que fue muy bien recibido por la crítica. Poco después descubrió que su marido mantenía una relación amorosa con la poeta Assia Wevill, por lo que la relación estaba en crisis. Del matrimonio con Hughes, Sylvia tuvo dos hijos, Frieda (nacida en 1960) y Nicholas (nacido en 1962). Con los dos pequeños, regresaron a Londres donde ella trató de recomenzar su vida, pero con muy pocos recursos. El período de 1962 y 1963 fue muy duro para ella y los niños, porque apenas se mantenía con las clases que daba. Y aunque escribía mucho, la mayoría de sus trabajos permanecían inéditos, porque ella no buscaba su publicación. El 11 de febrero de 1963, enferma y sumida en la depresión, planificó cuidadosamente su muerte. Esa fría mañana londinense preparó el desayuno de sus hijos, se cuidó de dejar abierta las ventanas en la habitación en la que dormían, fue a la cocina, abrió la llave de gas del horno de su cocina y metió la cabeza en él. Tenía 31 años. Sin nadie que se hiciera cargo de su muerte, fue Ted Hughes, que era lo más parecido a un familiar cercano, el que se hizo cargo, y decidió donde debía ser enterrada. Y como él había nacido en West Yorkshire, Inglaterra, y siempre volvía a su ciudad natal, decidió enterrarla allí. Hoy la tumba luce una lápida con el nombre de Sylvia, y se puede distinguir claramente el de Ted borrado con furia por las feministas que visitan frecuentemente a la poeta.

Digresión

Ted Hughes está considerado como uno de los mayores poetas ingleses del siglo XX. Su fama fue opacada por la icónica figura de Sylvia y la tragedia de su suicidio. Pero aunque vivió hasta 1998, nunca dejó de estar marcado por esa tragedia. El hijo que tuvo con Sylvia, Nicholas, fue un hombre triste y solitario. Se fue a vivir a Alaska donde enseñaba ciencias del mar. Nunca se casó ni tuvo hijos. Se suicidó, ahorcándose en 2009.
Ted se había casado finalmente con Assia Wevill, una poeta alemana que había logrado escapar del nazismo a comienzos de la guerra y establecerse en Londres. Con ella Hughes había mantenido una relación clandestina que fue una de las causas de la trágica decisión de Sylvia. Hughes y Assia tuvieron una hija, Shura, a quien Assia también mató cuando tomó la decisión de suicidarse en 1969.

Los diarios de Sylvia Plath se publicaron en 1982. Empezó a escribirlos siendo apenas una niña de 11 años, y siguió haciéndolo hasta pocos días antes de su muerte. Allí dejó plasmados sus momentos más íntimos y dolorosos. Cuando Sylvia se suicidó, Ted Hughes se ocupó de ordenarlos y editarlos, aunque confesó que había destruido varios cuadernos de la etapa final de su vida. Las cartas de Sylvia se publicaron en cinco volúmenes. En castellano, se publicó recientemente el que reúne las cartas de 1940-1951 (Cartas de Silvia Plath, Tres Hermanas, Madrid 2020).

En 1963 se publicó su novela The Bell Jar ( La campana de cristal), que había escrito y reescrito varias veces, bajo el pseudónimo de Victoria Lucas, un texto que describe el colapso mental y el tratamiento psiquiátrico de una joven estudiante, que obviamente era su propia biografía. Es una crítica feroz de la sociedad clasemediera estadounidense de la época, en la que las mujeres recibían una educación de cierto nivel, solamente para terminar dedicándose todo el día a “cocinar, limpiar y lavar” y ser pisadas “como el felpudo de la cocina” (como escribe en la novela).

Después de su muerte, Sylvia (muy reconocida y laureada en el mundo anglosajón, pero tal vez poco difundida en el resto) fue glorificada por los movimientos feministas, que dejaron de lado su poética y colocaron en primer plano las tragedias de su vida y de su muerte. Según quien la describiese, fue una visionaria, una mártir, un ícono feminista o una esquizofrénica. Pasado el tiempo, se la definió como “genio”. Ted Hughes se encargó después de la muerte de Sylvia a compilar sus escritos, muchos de los cuales estaban inéditos. Y aunque decidió también la publicación de los Diarios, se cuidó de destruir los últimos cuadernos, que trataban sobre los temas más íntimos de la relación del matrimonio. Al momento de morir, Sylvia Plath solamente había publicado un volumen de poesía (El Coloso, 1960) y la novela La campana de cristal (1963), que se publicó un mes antes del suicidio, y muchos poemas que publicaban las revistas literarias más famosas de Estados Unidos e Inglaterra. Después de éstos, apareció su segundo libro de poemas, Ariel, en 1965, y la Poesía Completa, de 1981, que ganó el único premio Pulitzer póstumo al año siguiente. El último libro, Cartas de cumpleaños fue un éxito de ventas, porque Sylvia se había convertido ya en un mito estadounidense, a la altura de James Dean o Marilyn Monroe.

En el año 2003 se estrenó la película Sylvia, protagonizada por Gwyneth Paltrow en el papel de Sylvia Plath, y Daniel Craig como Ted Hughes. Fue dirigida por Christine Jeffs.

SYLVIA PLATH
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