5 de julio de 2020: 70 años de su asesinato.
Cuando era joven, en los años ‘60, muchos pensábamos que los guerrilleros eran seres extraordinarios, románticos idealistas, dispuestos a morir por una causa justa. Y, efectivamente, algunos de ellos murieron por esas causas. Otros, traicionaron, o se refugiaron en ideologías ajenas para poder seguir viviendo y tal vez gozando de riquezas mal habidas. Pero también hubo casos de otros que decían que eran una cosa, pero en realidad eran otra. Todo recubierto de un halo de desprendimiento, sacrificio y generosidad. Pero las falsas ilusiones al final terminan por descubrirse.
Nació en Montelepre, una aldea cercana a Palermo con poco más de 6000 habitantes, el 16 de noviembre de 1922. En la más meridional de las regiones de Italia, y la más pobre, Sicilia. Tierra de hambre ancestral, de miseria campesina, de corrupción mafiosa y de historia de bandoleros.
Giuliano supo ganarse una fama de bandido generoso y romántico, obligado a vivir al margen de la ley por una injusticia, una imagen idealizada en la cual era visto como un Robin Hood que robaba a los ricos para darle a los pobres. Hasta un historiador marxista de la erudición de Eric Hobsbawm, en su libro “ Bandidos”, de 1969, lo describió como el último de los bandidos populares y el primero de la era de la TV.
Hasta el final de su vida, Giuliano había matado cerca de trescientos (o seiscientos, según algunos), entre campesinos, carabineros, empresarios, terratenientes y niños. Algunas de sus víctimas, fueron ejecutadas a sangre fría.
Siendo un adolescente, trabajó en un molino donde robaba bolsas de harina que luego vendía por un precio simbólico o regalaba a las familias pobres. Una tarde, cinco carabineros lo descubrieron y le dieron una paliza. Pero Salvatore logró sacar su revólver y los tiroteó, matando a uno de ellos. Era su primer policía muerto. En los siguientes siete años mataría a más de 70 policías. Se escapó a las montañas, y formó una banda que se dedicó a secuestrar terratenientes y comerciantes ricos. Parte del dinero que obtenía los repartía entre los vecinos, familiares y campesinos. Le encantaba entrar a los pueblos montado en un camión repleto de mercancías, que regalaba a la gente del pueblo. Nunca se alejó de las montañas cercanas a su pueblo natal, Montelepre. Incursionó fugazmente en Palermo, la capital de Sicilia. Pero sus actividades se desarrollaron en los montes, que conocía y donde se podía mover con agilidad. La mafia, omnipresente en esos territorios, lo ayudó y protegió, porque lo consideraba un líder natural para guiar a los campesinos lejos del comunismo. Tal vez exageradas o inventadas, las anécdotas sobre los engaños y trampas que Salvatore les tendía a los carabinieri, al punto de que no se sabe si son ciertas o relativamente ciertas, o una invención popular. Pero fueron las que cimentaron su fama de guerrillero heroico e invencible.
Durante toda la ocupación alemana de 1943, Giuliano luchó con sus hombres contra los ocupantes alemanes. También, aprovechando su experiencia anterior en el tema, contrabandeaba harina de trigo. Ese año, cuando las tropas aliadas desembarcaron en Sicilia, Giuliano se unió al Movimiento Independentista Siciliano, que buscaba separar la isla del resto de Italia. El brazo armado del MIS era el Ejército Voluntario para la Independencia de Sicilia ( EVIS), que lo nombró coronel de sus fuerzas. Pero su proyecto separatista y su grado de coronel terminaron en 1946, cuando el referéndum al que se había convocado el gobierno provisional italiano suprimió la monarquía de Umberto II e instauró la República Italiana. Además, Sicilia obtuvo un estatuto especial de autonomía.
Durante la primavera de 1947, Giuliano le escribió una insólita carta al entonces presidente estadounidense Harry S. Truman. La carta decía: «Estimado presidente Truman, si no lo molesto y si mi mensaje no lo encuentra mal dispuesto, acepte el humilde llamamiento de un joven que está muy lejos de Estados Unidos, por muy conocido que sea, y le pide ayuda para hacer realidad un sueño que hasta la fecha no se ha logrado. Permítame presentarme. Me llamo Salvatore Giuliano (…) En nombre de los cientos de miles de hombres que esperan en Sicilia ser liberados del comunismo (…) suplicándole que anexione Sicilia a los Estados Unidos ante la invasión comunista de Italia”. Mientras esperaba la respuesta, asesinó por igual a comunistas, niños y mujeres, como sucedió el 1 de mayo de 1947, cuando él y sus hombres ametrallaron sin piedad durante diez minutos seguidos a unos 2.000 campesinos y trabajadores en una zona conocida como Portella della Ginestra, tratando de sembrar el terror, tal vez con el encargo mafioso de paralizar a las fuerzas socialistas y comunistas de Sicilia ante la oportunidad que tenían de llegar al poder en las elecciones 1948 en Italia». En Sicilia, en las elecciones regionales del año anterior, una coalición del Partido Socialista y el Partido Comunista había obtenido el 29% de los votos, mientras que la Democracia Cristiana solo logró el 20%. En el dramático episodio de Portella della Ginestra fueron asesinadas 11 personas, incluyendo cuatro niños, y casi un centenar fueron heridas, tres de las cuales murieron horas después. Frente a la reacción indignada que provocó esta masacre (que el PC trató de contener) entre la población, la mafia le retiró su apoyo. Uno de los jefes reconocidos de la organización mafiosa, Luciano Liggio, se integró al nuevo gobierno italiano de la Democracia Cristiana. Esto marcó el comienzo del fin del monárquico y separatista Salvatore Giuliano.
Aunque nunca se presentaron pruebas concluyentes de la participación de Salvatore y su banda en la matanza, también es cierto que Giuliano nunca desmintió su participación. Y varios de los miembros de la banda, capturados después, afirmaron que Giuliano había recibido una carta con el encargo, aunque no supieron decir de quién. Lo más probable, según investigaciones posteriores, podría haber sido de la Democracia Cristiana, la mafia, o la CIA (que tenía un funcionario actuando en la zona), o de los tres conjuntamente.
Giuliano se defendía publicando cartas en los medios, especialmente en el Giornale di Sicilia. En ellas, se reflejaba un cambio en sus argumentos defensivos. Ya no se apoyaba en el independentismo sino en el anticomunismo. “¿Qué condena puede imponerme la sociedad si he robado a los ricos y entregado parte (sic) de esas ganancias a los pobres?”. Perseguido y consciente de que iba perdiendo el apoyo popular, Salvatore imagino que debía huir de la isla y refugiarse en Estados Unidos. Parece que la mafia acogió la idea con entusiasmo, o así se lo hizo creer.
Digresión:
En la novela El siciliano de 1984, Mario Puzzo, famoso por su saga de El padrino y conocedor de los secretos de la mafia, relata que Michael Corleone, hijo de Vito, viajó a Sicilia para ofrecerle a Giuliano la protección de la mafia estadounidense si decidía viajar allí.
Lo curioso es que, en realidad, la mafia siciliana le propuso organizar la huída, y el primo de Giuliano, Gaspare Pisciotta (más tarde el delator y ejecutor de Salvatore) sería el encargado de organizarla. Para ello, un submarino lo recogería en Sicilia para llevarlo a Nueva York. Giuliano y Pisciotta se trasladaron a Castelvetrano, donde se alojaron en la casa del jefe mafioso local. Mientras dormía, Salvatore fue asesinado por Gaspare, que después avisó a la policía. Era el 5 de julio 1950, y tenía 28 años.
El 6 de julio de 1950 los diarios informaban que Salvatore Giuliano había muerto en una emboscada de los “carabinieri” en la zona de Castelvetrano, a 80 kilómetros de Palermo. Un periódico decía que “fue acorralado cuando estaba agachado contra una valla de madera y muerto por una ráfaga de ametralladora antes de que pudiera usar su arma”. Pero pocos días después, se conoció otra versión sobre la muerte de Giuliano. El temido bandolero había sido traicionado por su primo Gaspare Pisciotta, que delató su presencia a la policía a cambio de que lo llevaran a Estados Unidos para tratar de curarse allí de una tuberculosis. Mientras Giuliano dormía al sereno. Pisciotta le disparó un tiro en la cabeza y llevó luego el cadáver al patio, donde lo encontró la policía. El coronel que comandaba la partida le disparó una ráfaga de ametralladora sobre el cadáver. Por este acto heroico, el coronel fue ascendido a general poco después. El plan de la policía era matar a Pisciotta cuando les entregara a Giuliano, pero como éste se dio cuenta de la maniobra, les apuntó con su arma, y pudo huir en un coche. No muy lejos. Rápidamente lo atraparon y lo encarcelaron. Para evitarse molestias, lo asesinaron en la cárcel con un café envenenado. Pero no pudieron impedir que declarase ante la justicia que había matado a su primo por orden del Ministerio del Interior, aunque luego las sospechas recayeron en la mafia.
Salvatore Giuliano es una película dirigida por Francesco Rossi de 1962, y está considerada una de las grandes películas del cine político europeo. En la película se relata la matanza de militantes de los Partidos Comunista y Socialista en Portella della Ginestra cuando, según Rossi, Giuliano fue utilizado por la mafia, la CIA y la Democracia Cristiana italiana. La película está contada en forma semidocumental, empleando actores no profesionales, gente de Montelepre, utilizando locaciones reales y con el propio Rossi como narrador, que contextualiza los hechos. La verdad de Giuliano –sugiere Rossi- no está en la figura del propio bandido, “sino en alguna parte del entramado de relaciones entre los bandidos, los campesinos, la policía, el ejército, los políticos y los medios de comunicación. Y en el centro del entramado se hallaba la mafia”.
En 1986 se estrenó una ópera en un acto, relatando las hazañas de Giuliano. Su autor es Lorenzo Ferrero.