20 de abril de 2020: 50 aniversario de su muerte.
Paul Celan (n. Paul Pesaj Antschel, o Ancel, Celan es un anagrama de Ancel) nació el 23 de noviembre de 1920, en una pequeña ciudad de Bucovina, Rumania, llamada Cecernowitz, territorio que posteriormente fue anexado por la Unión Soviética al final de la Segunda Guerra, y que hoy forma parte de Ucrania.
Sus padres eran judíos de lengua alemana, igual que muchos otros habitantes de la ciudad, aunque dominó perfectamente el rumano. Su facilidad para aprender otros idiomas le permitió incorporar el ruso, francés, inglés y hebreo, entre otros. Durante la Segunda Guerra, Rumania fue aliada de Alemania y practicó con esmero la masacre de los judíos. Los padres de Celan fueron enviados a los campos de concentración de Polonia, donde fueron asesinados, mientras que el joven Paul fue encerrado en un campo de Moldavia, donde permaneció desde 1942 hasta la liberación, en 1944. De regreso a su ciudad natal, pronto emigró, primero a Viena y luego a París, donde vivió hasta su muerte.
Aunque había adherido al sionismo en su juventud, se separó luego después de esa corriente, manifestándose como socialista. Ya durante la guerra civil española había apoyado a la República y recaudado fondo para los combatientes republicanos. Pero la política no fue su principal ocupación. La poesía y la literatura pronto pasaron a ocupar el lugar principal de su vida.
Su dominio de las lenguas le permitió acercarse al mundo editorial, convertiéndose en un traductor de primer nivel. Tradujo al alemán a Shakespeare, Rimbaud, Valery y nuchos otros. Sus primeros poemas se publicaron en 1948, pero pasó un tiempo hasta que fuera reconocido como un importante poeta por los críticos y el público. Primero estuvo influenciado por el surrealismo y el simbolismo. Pero luego tuvo su propia voz.
Hay que aproximarse lentamente a la poesía de Celan. Porque no solamente es peculiar, a veces puede resultar incomprensible. Su lenguaje es críptico, plagado de alusiones esotéricas, pero estremecedor. El poema más reconocido por los lectores apasionados por la poesía es Totesfuge (cuya traducción sería Fuga de muerte), versos dedicados a su madre, muerta de un tiro en la nuca en el campo de concentración de Janowska. Llevaba una huella imborrable grabada en su poesía. El Holocausto y un sentimiento de culpabilidad por la muerte de sus padres mientras él fue un sobreviviente. Por eso veía cada crítica que se le hacía (y se le hicieron muchas por la oscuridad de sus versos) como un ataque a su identidad judía. Theodor Adorno había dicho que “escribir poesía después de Auswichtz es un acto de barbarie”. Pero en 1973, después de acercarse a Totesfuge, debió retractarse de lo dicho, porque Celan le había mostrado que no era cierto.
Se casó en París con una aristócrata francesa, con la que tuvo un hijo. Pero nunca tuvo una vida familiar fácil. Fuera de las infidelidades mutuas, Celan caía más y más en profundas depresiones que complicaban sus relaciones, tanto familiares como con sus amigos. Producto de esa depresión y de la confusión en la que vivió, creo que fueron la causa de un episodio permanentemente recordado de la historia de Celan. Él había leído y estudiado con detenimiento la obra de Martin Heidegger, el mayor filósofo alemán de la primera mitad del siglo XX. Le enviaba sus libros y hasta mantuvo una correspondencia con él. Sabía que Heidegger había adherido al partido nazi y puso su prestigio al servicio del fascismo. Después de la guerra, había sido juzgado y condenado a una pena no demasiado severa, y después vivó en una cabaña del idílico paisaje de la Selva Negra, cerca de Friburgo. En 1967 Celan fue invitado por la universidad de Friburgo para una lectura de sus poemas, a la que asistió Heidegger. Ambos se reconocieron y el filósofo invitó al poeta judío que había sido prisionero en un campo de concentración. Celan aceptó la invitación, y en el paseo que dieron por los bosques, Celan esperaba que Heidegger pronunciara una disculpa o mostrara arrepentimiento por sus actos repugnantes del pasado. Pero como eso no sucedió, Celan volvió a París sumamente abatido.
Varias veces internado en clínicas psiquiátricas, donde se lo sometía a electroshocks y otros procedimientos propios de la época, finalmente se fue a vivir solo un un pequeño departamento cercano a la École Normal Supérieur, donde enseñaba. Y también muy cerca del puente Mirabeau, desde donde se arrojó al Sena la noche del 19 al 20 de abril de 1970, hace 50 años. Su cadáver fue encontrado días después, a 10 kilómetros de distancia.
Para el que se interese en la poesía de Celan, pude consultarse sus Obras Completas, publicadas por Ed. Trotta, Barcelona: https://www.ecdotica.com/biblioteca/Celan,%20Paul%20-%20Obras%20Completas.pdf