ANTONIO GRAMSCI: 27 de abril de 1937, 83 años de su fallecimiento
“Yo nunca hablo del aspecto negativo de mi vida, primero que nada porque no quiero ser compadecido: era un combatiente que no tuvo suerte en la lucha inmediata y los combatientes no pueden y no deben ser compadecidos cuando lucharon no porque fueron obligados, sino porque así lo han querido ellos mismos conscientemente”, en una carta a su madre del 24 de agosto de 1931, Cartas de la cárcel, Ediciones ERA, México, 2003, pág, 323.
Antonio Gramsci nació en el pueblo de Ales, Cerdeña, en la Italia meridional, el 22 de enero de 1891. Era el cuarto de siete hijos de una familia pobre, pero que conoció algunas buenas épocas. Sin embargo, el padre, un funcionario público de rango menor, fue acusado falsamente de haber distraído un dinero de los fondos que manejaba y fue condenado a cinco años de prisión, lo que derrumbó la austera economía familiar. Siendo un niño de apenas tres años, Antonio sufrió una caída y como consecuencia de ella tuvo una deformación de la columna vertebral que detuvo su crecimiento normal y le produjo lo que después se diagnosticó como una tuberculosis osteoarticular. En la edad adulta, no llegó a tener más de un metro y medio de altura. Como estudiante, fue un alumno brillante que sacaba las mejores notas. Eso le permitió luego solicitar y obtener una beca para estudiar en la Universidad de Turín. En 1911 ingresó a la facultad de letras donde comenzó a estudiar filosofía y filología. También empezó a acercarse al Partido Socialista italiano, al que se incorporó en 1915. En 1919 fundó la revista L’Ordine Nuovo, que representaba la izquierda del partido. Finalmente, en 1921 se separó del PSI y fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano, del que llegó a ser su secretario general en 1924. En 1922 fue designado representante del PCI ante la Internacional Comunista. Viajó a la URSS, a donde llegó cansado y enfermo. Internado en un hospital para enfermedades nerviosas, conoció a una paciente rusa, Eugenia (Julca, Julia) Schucht, que será el gran amor de su vida. Se casaron en 1923 y tuvieron dos hijos. Mientras que su esposa permanecía en Moscú, Antonio regresó en Italia, donde había sido elegido diputado. En 1926 es elegido en el congreso partidario secretario. Pero poco le durará el cargo. Ese año Mussolini, que estaba en la cúspide de su poder, denunció que habían atentado contra su vida, y desatando una feroz represión. Antonio fue detenido aun cuando como diputado tenía inmunidad parlamentaria. Procesado junto con otros 26 comunistas, Gramsci fue acusado de conspiración, instigación a la guerra civil y apología del delito. Se lo condenó a 20 años, cuatro meses y cinco días. La sentencia se ajustó al pedido del fiscal, que dijo: “Hemos de impedir durante 20 años que este cerebro funcione”. Aunque hizo planes para redactar una serie de libros, recién en 1929 recibió autorización de las autoridades carcelarias para escribir en su celda. En una carta, escribió:“Como dicen en Cerdeña, doy vueltas por la celda como una mosca que no sabe dónde morirse”. Hostigado por males físicos, sumado al aislamiento político, llegará a escribir en una letra pequeñita pero prolija 33 cuadernos que equivaldrían a cerca de 4.000 páginas mecanografiadas. Nunca aceptó pedir clemencia y una reducción de la sentencia, aun cuando Mussolini había dicho que estaba dispuesto a aceptar esa reducción. Cuando cumplió su condena, su dolencia no le permitió salir de la prisión. Gravemente enfermo, seis días después de cumplirla, el 27 de abril de 1937, murió de una hemorragia cerebral. Tenía 47 años.
Los 33 cuadernos fueron recuperados por su cuñada, y entregados luego a la embajada soviética en Italia, que los envió a Moscú. Al final de la guerra en 1945, fueron entregaron al partido italiano para su publicación. Los “libros” que publicó el partido entre 1948 y 1951 se dividieron en seis volúmenes. Nunca fueron escritos como tales. Temerosos de que las ideas de Gramsci que pudieran ser miradas con recelo por la jerarquía partidaria y soviética, se agruparon a gusto del cliente. Fueron el producto de una comisión que nombró Palmiro Togliatti, el máximo dirigente del PCI, siempre fiel a los dictados de la URSS que, en lugar de ordenarlos cronológicamente para facilitar la conexión del pensamiento de Gramsci con los acontecimientos políticos del mundo exterior, los agrupó arbitrariamente en varios temas. Se editaron seis volúmenes (sobre Benedetto Croce, los intelectuales y la organización de la cultura, las notas sobre Maquiavelo, sobre el Risorgimento, la literatura y Pasado y presente). Yo todavía recuerdo las traducciones al español que leí en los ‘60 y ‘70, publicados por una editorial afín al Partido Comunista Argentino, por instigación del dirigente comunista Héctor Agosti que, como se supo años después, no contaba con la simpatía de la dirección del partido. Una traducción que hacía dificultosa la lectura, se sumaba a ese ordenamiento temático que dificultaba encontrar una coherencia en las ideas gramscianas. A pesar de ello, el producto al que nos acercamos fue al de un pensamiento rico y crítico, pero fragmentado y a veces confuso. Cuando se publicaron luego en italiano los Quaderni del carcere (Cuadernos de la cárcel), en una edición crítica ordenada cronológicamente con la supervisión del Instituto Gramsci en 1975, cuando el PCI era entonces la vanguardia crítica del comunismo mundial, recién entonces muchos revolucionarios pudieron entender y valorar la profundidad y riqueza del pensamiento gramsciano. En español, las obras de Gramsci se publicaron en México (Ediciones ERA) en 1981 los volúmenes 1 y 2, en 1984 el volumen 3, en 1986 el volumen 4, en 1999 el volumen 5 y en el 2000 el último volumen, el 6. Poco después, la Universidad de Puebla,
México, publicó en 2003 las Cartas de la cárcel.
¿Qué había en el pensamiento de Gramsci de original? Solo en su celda, navegando como decía entre el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad, Gramsci construyó un cuerpo teórico de enorme trascendencia. ¿Y qué había también en esas ideas, que habían mostrado una diferencia con el rígido marxismo de entonces?
Original fue su concepto de «hegemonía», entendida como una capacidad intelectual y moral y no solamente coercitiva, en virtud de la cual una clase dominante logra acreditarse como guía legítimo, se constituye en clase dirigente y obtiene el consenso de la mayoría de la población (v. Diccionario de política, Tomo 1, edición de Siglo XXI, México, 1981, p.747). Para Gramsci -escrito con el lenguaje críptico que utilizó en los Cuadernos para burlar la censura carcelaria- , dicha hegemonía servía para el “pasaje de la guerra de maniobras (y del ataque frontal) a la guerra de posiciones también en el campo político”, es decir del asalto insurreccional al poder, como fue en la revolución rusa, al asedio político al poder. O de la guerra a la política. Más parecido a Mao que a Lenin.
Original también fue su concepción del estado como una combinación de coerción y consenso, de su teoría de la revolución entendida como una guerra de posiciones, de la primacía de la política, de la teoría de la crisis, de la construcción de un nuevo bloque histórico capaz de reemplazar al viejo cuando estallara la crisis, del papel de los intelectuales. Ideas de una obra inconclusa que enfrentaron el dogmatismo prevaleciente e introdujeron un soplo de aire fresco que siempre trató de ocultarse o disimularse.
Para quien se interese en una ampliación de los complejos criterios de redacción de los Quaderni del carcere, puede consultar:
http://www.mientrastanto.org/boletin-182/ensayo/introduccion-al-estudio-de-los-quaderni-del-carcere-de-antonio-gramsci/