2 de marzo de 2021: 90 años de su nacimiento

Hace unas pocas semanas vi por televisión una larga entrevista a Mijail Gorbachov, seguramente con motivo de la celebración de su 90 cumpleaños, que se cumplió el pasado 2 de marzo. Desde los tiempos de su apogeo no lo había visto en los medios, aunque de tanto en tanto leía alguna declaración suya, o me enteraba de su participación en alguna conferencia internacional importante. En la entrevista, que tal vez fuera de la BBC inglesa, lo vi gordo, caminando con dificultad apoyado en un bastón, con la mancha que lo distinguía en su cabeza de luna un tanto desteñida gracias a una cirugía plástica que se hizo en Estados Unidos. Pero lúcido, amable, sin dar la impresión de estar resentido ni buscando agredir con sus palabras a nadie de sus antiguos camaradas. Me conmovió mucho ver que el hombre que durante un tiempo había sido el segundo hombre más poderoso del mundo, solamente dejó de sonreír cuando sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar a su esposa Raisa, que había muerto en 1999, veintidós años atrás.

Mijail Sergeyevich Gorbachov nació en Stavropol, en el Cáucaso sur de Rusia, el 2 de marzo de 1931. Su padre era un campesino que había luchado en la Segunda Guerra Mundial que enseñó a Mijail a manejar una cosechadora de cereales pero alentándolo a no abandonar sus estudios. Cando era un adolescente ingresó en la Unión Comunista de la Juventud (Komsomol), y en 1950 fue admitido en la Universidad de Moscú. En 1952 ingresó en el Partido Comunista de la URSS. Cuando por sus antecedentes se esperaba que siguiera los estudios de ingeniería o los relacionados con el trabajo en el campo, como era lo común entre los jóvenes que buscaban un trampolín para ascender dentro del aparato partidario, Gorbachov empezó a estudiar derecho, licenciatura que obtuvo en 1955. Para entonces, ya se había casado en 1953 con Raisa Titarenko, que era estudiante de filosofía. La carrera de Gorbachov en el PCUS fue rápida y sin tropiezos.

Digresión 1:

Raisa Maximovna Titarenko tuvo un papel importante en el desarrollo futuro de su marido, y en la nueva imagen del gobierno soviético que se formó cuando Gorbachov accedió al poder. Por primera vez hubo una primera dama en el país, una figura desconocida para la URSS (¿quién sabe el nombre de la esposa de Lenin, o la de Stalin. o la de Jruschov?) y resultó ser una mujer encantadora, una enérgica emprendedora y una activista de primer orden, que se transformó en la compañera ideal para la nueva imagen de cambio en la URSS, imagen que ganaba cada día más adeptos en el exterior.

En 2009 Mijail anunció que había grabado un disco con siete canciones de amor dedicado a su mujer, que había fallecido diez años antes debido a una leucemia. Las canciones eran interpretadas por el propio Mijail con el acompañamiento de un músico profesional. El disco estaba destinado a la subasta pública y no para la venta masiva; no tenía propósitos comerciales, sino el de recaudar fondos para la fundación que lleva el nombre de Raisa dedicada a ayudar a niños con leucemia, y a la compra de equipos médicos y fármacos para combatir esa enfermedad.

En 1971, con apenas 40 años, Gorbachov se incorporó al Comité Central del PCUS, donde ejerció la secretaría de agricultura, capacitación que adquirió al graduarse también en el Instituto Agrícola de su ciudad natal. En 1980 fue el miembro más joven del órgano máximo partidario, el Politburó, que siempre fue el reducto de los más viejos burócratas del partido.

Digresión 2:

Gorbachov tuvo la inteligencia de cultivar la amistad de Andropov, que veraneaba en Stavropol y se entusiasmaba con su enérgico y joven amigo. También esos veranos los compartían ambos con con Mijail Suslov, el economista devenido en defensor de la ideología en el Politburó del PCUS. Y también con Alexei Kosigin, el presidente del consejo de ministros de la URSS. Todos ayudaron a impulsar la carrera del joven Gorbachov, leal servidor del Estado y del Partido, que se preparaba para los cambios que serían inevitables. Lo que ninguno sospechaba entonces, era eso que escribiera el reconocido historiador británico Tony Judt: “Además de ser un veterano burócrata soviético, inusualmente bien preparado y muy leído para lo que solía estilarse, Gorbachov tenía un rasgo inequívocamente leninista: estaba dispuesto a renunciar a sus ideales para conseguir sus objetivos”. (Postguerra, Editorial Taurus, Madrid 2006, p. 857).

La gerontocracia que había sido la característica de los dirigentes del PCUS de esa época, sufrió un cambio que hacía tiempo que se había hecho inevitable. Leonid Brézhnev había ejercido el liderazgo soviético entre 1964 y 1982. Cuando murió hacía un tiempo que estaba apartado de las funciones ejecutivas debido a su debilitada salud física y mental. El sucesor fue Yuri Andrópov, un ex director de la KGB, que murió apenas 15 meses después de asumir el poder, en 1982. Tenía 70 años y graves problemas de salud. El siguiente líder fue Konstantin Chernenko, que no tuvo mejor suerte. Tenía 73 años al subir al poder y 74 cuando falleció en 1985. Los tres dirigentes habían nacido antes de la Revolución Rusa. Era obvio para todo el mundo que la tensa situación mundial exigía una renovación generacional en el liderazgo soviético, y el joven Gorbachov era el candidato más apropiado para ello.

Digresión 3:

Cuando murió Chernenko en 1985, Mijail Gorbachov tenía 54 años. Era el prototipo soñado del hombre soviético, de origen humilde con familia de campesinos, formado ideológica y políticamente en el seno del partido, y seguramente el cuadro mejor preparado para asegurar la supervivencia del sistema, que atravesaba su peor crisis con carencia de recursos pero exceso de misiles. Muchos miembros veteranos del partido confiaban en que verían un futuro de reformas que garantizarían la supervivencia del régimen por muchos años más. Aunque pronto verían que Gorbachov era el hombre más indicado para la renovación del sistema y no para su mantenimiento. Quizás no habían entendido las señales de alarma que provenían de Budapest en 1956, con los tanques soviéticos aplastando las protestas obreras, ni los llamados del dirigente checoslovaco Alexandr Dubcek que en 1968 fue desplazado por los blindados por atreverse a buscar un camino diferente, y tampoco la aparición de los eurocomunistas del partido italiano dirigidos por Enrico Berlinguer, que despertaban el asombro de la izquierda occidental.

Los primeros pasos de Gorbachov como máximo dirigente soviético fueron cautelosos. Pero la sustitución del veterano Andrei Gromyko, con 28 años a cargo de las Relaciones Exteriores, y la sustitución por Eduard Shevarnadze, de 57 años. Pero el programa de cambios apareció más claro cuando fue presentado por Gorbachov ante el XXVII Congreso del PCUS de 1986, anunciando lo que se llamó la perestroika, que buscaba convertir a la URSS en una economía de mercado, admitiendo la propiedad privada y un sistema de precios basado en la oferta y la demanda. Esto incluía la privatización de un gran sector de la economía, que rápidamente formó una oligarquía corrupta que es parte de la organización social y económica de la Rusia actual. La perestroika fue resistida por los grupos más conservadores del partido, que veían que todo esto ponía en peligro lo que se había construido hasta entonces. En 1988 se proclamó la glasnost, que otorgaba y garantizaba las libertades individuales de los ciudadanos soviéticos, incluyendo la libertad de expresión y de religión. Muchos prisioneros políticos y disidentes fueron puestos en libertad. Esto permitió que cuando la crisis económica se agravó los sectores conservadores, y los reformistas más radicales, comenzaran a criticar tanto al gobierno como al partido, y esto agudizó la tensión que vivía el país. Además, la descentralización del aparato estatal iniciada por Gorbachov hizo renacer las viejas reclamaciones de los nacionalismos que convivían dentro de la URSS y desató las fuerzas centrífugas que pronto comenzaron a reclamar la autonomía real y la independencia de las naciones preexistentes. Sin embargo, las conversaciones entre la dirigencia soviética presidida por Gorbachov y el presidente estadounidense Ronald Reagan avanzaron hasta convenir un desarme nuclear paulatino de ambas naciones. Gorbachov, a pesar de las presiones contrarias de los militares y la vieja guardia del partido, había comprendido que sin desarme no habría dinero para las reformas económicas y sin reformas no habría futuro para la URSS.

En 1989 se celebraron las primeras elecciones democráticas en la URSS y Gorbachov fue elegido presidente de la URSS con el 59% de los sufragios. Por primera vez, muchos candidatos del partido no fueron elegidos. Los debates del Congreso de los Diputados eran televisados para favorecer el debate ciudadano, aunque fue aprovechado por los reformistas radicales encabezados por Boris Yeltsin para reclamar por una aceleración del proceso y una profundidad mayor en los cambios.

Digresión 4:

Para comprender la Rusia de hoy, es necesario comprender lo que sucedió durante la época de Gorbachov, cómo abrió una sociedad herméticamente sellada después de 70 años de asfixiante gobierno comunista, pero no pudo resolver sus problemas más profundos y finalmente fue dejado de lado por el ambicioso y voluble Boris Yeltsin. Yeltsin era más un demócrata populista interesado en romper el agónico sistema que en reformarlo. Y terminó introduciendo una versión distorsionada y corrompida de la democracia, que terminó desacreditando a ambos a los ojos de los rusos, que perdieron casi todos sus ahorros mientras los oligarcas arrebataban lucrativos activos estatales. Pero al final, como inevitablemente sucedería, los de la vieja línea dura partidaria se volvieron contra Gorbachov, montando un intento de golpe de aficionados en 1991 que rápidamente cayó ante la resistencia popular liderada por Yeltsin. Luego de hacerse cargo del poder, Yeltsin empujó a Gorbachov a un lado.

El último intento de Gorbachov de regresar no fue más que una carrera tragicómica contra Yeltsin, buscando la reelección en 1996, donde logró un humillante 0,5 por ciento de los votos en su favor. Ese fue el juicio de los rusos sobre el hombre que había cambiado al mundo y ganado el Premio Nobel de la Paz por haber desmontado el aparato militar nuclear del mundo bipolar.

Después de estos acontecimientos, ya apuntados en nuestra reseña del aniversario del golpe de estado en la URSS de agosto de 1991, la posibilidad de continuar por el camino soñado por Gorbachov se esfumó. En realidad, Gorbachov no fue desalojado del poder, porque el estado que presidía desapareció y fue sucedido por otro fugaz conglomerado, la Comunidad de Estados Independientes, del que supo aprovechar Boris Yeltsin, el populista borracho y corrupto, que simplemente decretó la desaparición de la URSS y disolvió el partido Comunista.

La vida de Gorbachov después de su renuncia a la presidencia de la URSS y de la disolución de la Unión Soviética fue la de un personaje mezcla de líder carismático, sujeto mediático y simpático transgresor. Fundó en 1996 un partido socialdemócrata ruso, con el que no tuvo éxito electoral. Tuvo fugaces apariciones en películas, como en la de Wim Wenders Tan lejos tan cerca, en donde hacía de sí mismo, o en un comercial de Pizza Hut con su nieta Anastasia, aunque el dinero recibido fue a parar a la Fundación Gorbachov. En 2002 recibió el premio Príncipe de Asturias, y en 2004 recibió un premio Grammy de la industria musical junto con el ex presidente Bill Clinton y la actriz Sophia Loren, en la categoría de mejor álbum hablado para niños por la narración del cuento “Pedro y el lobo”. También se dedica a la Fundación Gorbachov, fundada en 1992, que tiene fines culturales y humanitarios, y también a la Green Cross Internacional, patrocinadora de la Carta de la Tierra.

MIJAIL GORBACHOV
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