ERNEST HEMINGWAY: 122 años de su nacimiento, 60 años de su suicidio
Al final de su vida, Ricardo Piglia pudo todavía alumbrar un proyecto sencillo y personal: prologar la primera edición en español del libro de los primeros cuentos de Ernest Hemingway, En nuestro tiempo. La escritura austera, desprovista casi de adjetivos y adverbios que tanto había fascinado a Piglia, y a cientos de escritores de todo el mundo, había servido para extraer lo máximo posible de lo mínimo de los hechos. Piglia entregó su prólogo en septiembre de 2016 y falleció en enero de 2017, antes de que la traducción estuviera terminada. (Leer el prólogo completo)
Ernest Miller Hemingway nació el 21 de julio de 1899 en el pueblo de Oak Park, en las afueras de la ciudad de Chicago, estado de Illinois, Estados Unidos. Su padre era un respetado médico y su madre era música. La familia tenía una casa de verano donde su padre solía llevar a Ernest a cazar, pescar y acampar. En la escuela, el joven destacaba en deportes como fútbol americano, boxeo y atletismo. También tomó un curso de periodismo, y logró que alguno de sus artículos se publicara en el periódico de la escuela, en 1916. Al terminar la secundaria ingresó como reportero en el Kansas City Star, que tenía como norma que los redactores debían utilizar frases cortas y un lenguaje vigoroso y positivo. En 1917 quiso incorporarse al ejército estadounidense, pero fue rechazado debido a un ojo defectuoso. Pero gracias a una campaña de reclutamiento de la Cruz Roja pudo convertirse en conductor de ambulancias, y fue destinado al frente en Italia.
La explosión de un proyectil de mortero le hirió seriamente en ambas piernas, pero a pesar de ello pudo ayudar a un soldado italiano que también había sufrido heridas graves. Este gesto le valió que el gobierno italiano lo condecorase con la Medalla de Plata al Valor Militar. Pasó seis meses en un hospital en Milán, donde se enamoró de una enfermera a la que le propuso matrimonio, aunque ella prefirió casarse con un oficial italiano. De regreso a los Estados Unidos en 1919, sin ocupación todavía, se puso a escribir sus aventuras de caza y pesca en los lagos de Michigan, creando al personaje autobiográfico Nick Adams, protagonista del cuento El río de dos corazones, que se incluyó en una recopilación de cuentos titulado En nuestro tiempo, publicado en 1925.
Buscando trabajo viajó a Toronto y pudo ingresar como colaborador en el Toronto Star Weekly, pero pronto regresó a Chicago, aunque conservó su puesto en el periódico. Pronto conoció a Hadley Richardson, una hermosa mujer ocho años mayor que él, con la que viajó a París y se casaron en 1921. París era para Ernest «el lugar donde vivían las personas más importantes del mundo». Pronto conoció y trabó amistad con Gertrude Stein, Pablo Picasso, James Joyce y Ezra Pound. Gertrude era la que había bautizado a «la generación perdida», que Hemingway popularizó después en su libro autobiográfico publicado póstumamente Fiesta (París era una fiesta). Con el poeta estadounidense Ezra Pound tuvo una particular relación, a pesar de que Pound era un fascista y antisemita declarado. Viajaron juntos por Italia, y esta relación fue muy útil para Hemingway. Tiempo después, dijo que él le «enseñó a boxear y Pound me enseñó a escribir».
Digresión 1:
El poeta estadounidense Ezra Pound (1885-1972) tuvo gran influencia sobre Hemingway y sobre los escritores y pintores contemporáneos. Fue un furibundo antisemita toda su vida y se encandiló con Mussolini y el fascismo. Durante la Segunda Guerra Mundial, instalado en Italia, se convirtió en un ardiente propagandista radiofónico y periodístico del fascismo. En 1945 fue arrestado por los partisanos italianos, que lo dejaron libre «por carecer de interés». Finalmente se entregó al ejército estadounidense, que lo trasladó a Washington para juzgarlo por traición. Se salvó de la pena de muerte, fundamentalmente por la presión de la comunidad intelectual internacional, entre ellos Hemingway, que para ayudarle lo tildaron de «loco». «Se merece castigo y vergüenza, pero lo que más se merece es el ridículo. No debería ser ahorcado y no debería ser un mártir. Es imposible creer que alguien en su sano juicio pueda pronunciar las tonterías viles y absolutamente idiotas que ha difundido. Sus amigos que lo conocieron y que observaron la deformación, la torsión y el deterioro de su mente y su juicio deberían defenderlo y explicarlo sobre esa base. Será algo completamente impopular pero absolutamente necesario», escribió. El juez lo mandó a un psiquiátrico donde estuvo doce años. En 1958, a los 73 años fue declarado inofensivo y lo dejaron en libertad. Sumido en la más absoluta depresión, murió en Venecia a los 87 años.
La pareja regresó a Toronto, donde nació su hijo John, en 1923. Poco después, publicó En nuestro tiempo, en 1925, con una docena de relatos sobre su visita a España, donde descubrió su pasión por las corridas de toros. El libro mereció grandes elogios, porque los críticos señalaron que los cuentos revitalizaban el género. Aburridos de Toronto, regresaron a París, donde Hemigway comenzó la escritura de Fiesta, que terminó el año siguiente. En 1926 se publicó esa primera gran novela, a la que la editorial Scribner cambió el título por The Sun Also Rises (El sol también se levanta). El libro trata sobre un grupo de artistas expatriados, a la que Gertrude Stein denominó «la generación perdida», que sobrevivía en París y España. En ese año de 1927, cuando ya se había consolidado como uno de los escritores fundamentales estadounidenses y Fiesta era un éxito editorial, cuando se afirma que la escritura de Hemingway en vez de decir todo ofrece una impresión, sugiere más que otra cosa, lo que hace que el lector se sienta más cómodo, Hemingway se divorció de Hadley y se casó en París con Pauline Pfeiffer, una rica heredera estadounidense de familia católica, por la que Hemingway se convirtió al catolicismo. En 1928 la pareja ya se había trasladado a Estados Unidos, donde nació su segundo hijo, Patrick. En Cayo Hueso, Florida, Hemingway comenzó a trabajar en Adiós a las armas, una novela autobiográfica, ubicada en la Primera Guerra Mundial y en la que un soldado voluntario estadounidense que conduce ambulancias en el frente se enamora de una enfermera.
Digresión 2:
Adiós a las armas se publicó en 1929. Es una de las descripciones más certeras y descarnadas de la Primera Guerra Mundial. Pero también es una maravillosa novela de amor. El pesimismo es absoluto: la guerra no acabará aunque uno de los adversarios cese de luchar, porque es algo que no termina nunca, porque en definitiva, «la guerra no se gana con la victoria». Es imposible soslayar de la obra la amargura que deja la imagen del teniente Fredic Henry abandonando el hospital camino del hotel bajo la lluvia en la última página. Pero ahora podrá haber alternativas: recientemente se publicó en Estados Unidos una edición de Adiós a las armas que contiene los 47 finales alternativos que ideó el premio Nobel. En una entrevista de 1958, Hemingway contó que reescribió el final de la novela 39 veces hasta dar con las palabras correctas, pero «Resulta que eran unas cuantas más». Las 47 versiones se encuentran archivadas en la Bibloteca Kennedy de Boston. Sean Hemingway, el nieto del autor y uno de los mejores conocedores de la obra de su abuelo, y la editorial que lanzó la mayoría de los libros del escritor, Scribner, llegaron a un acuerdo para reeditar la novela con los distintos finales, así como otras anotaciones manuscritas del autor, y la introducción que escribió para la edición de 1948.
Los años siguientes los pasó la familia entre el mar de Cayo Hueso y los bosques y lagos de Wyoming. En 1931 nació su tercer hijo, Gregory, y el tío millonario de Pauline les compró una gran casa en Cayo Hueso. En 1933 Ernest y Pauline se fueron de safari a Africa. Visitaron Kenia, Tanganica y el parque nacional de Taranguire. Hemingway contrajo una disentería amebiana que casi le causó un prolapso intestinal. Allí, Ernest pudo recoger suficiente material con el que escribió Las verdes colinas de Africa (publicado en 1935, y recibido con tibias críticas) y los cuentos Las nieves del Kilimanjaro y La corta vida feliz de Francis Macomber. Sobre Las verdes colinas de África, Edmund Wilson, uno de los más importantes críticos de Estados Unidos y que había lanzado a Hemingway a la fama, escribió que Las verdes colinas de Africa «es el único libro jamás escrito que hace aparecer aburridos a África y a sus animales. Casi lo único de que nos enteramos sobre esos animales es que Hemingway quiere matarlos. Y respecto a los nativos, salvo una linda descripción de una tribu de corredores entrenados, la principal impresión que tenemos de ellos es que eran gente simple e inferior que admiraba enormemente a Hemingway» (citado en Nexos, México 1 agosto 2004, artículo de José Joaquín Blanco). En 1937 Hemingway acordó trabajar como corresponsal en la guerra civil española.
Digresión 3:
Hemingway llegó a España en marzo de 1937, junto con el cineasta holandés Joris Ivens, que estaba filmando su documental «Tierra de España». Ivens quiso que Hemingway reemplazara John Dos Passos como guionista, ya que éste había abandonado el proyecto cuando su amigo y traductor José Robles fue detenido y muy probablemente asesinado por la NKVD, la policía secreta soviética. El incidente cambió la opinión de Dos Passos sobre los republicanos de izquierda, creando una brecha entre él y Hemingway, que más tarde difundió el rumor de que Dos Passos habría dejado España por cobardía.
Estando en España, Ernest conoció a Martha Gellhorn, y se fueron a vivir juntos. Mientras Madrid era bombardeada por los fascistas, Hemingway escribió su única obra de teatro, La quinta columna, Aunque viajó a Cayo Hueso un tiempo, regresó a España y asistió a la batalla del Ebro, siendo de los últimos periodistas que abandonaron el campo de batalla. En 1939 se instaló en La Habana, dando por terminado su matrimonio con Paulina en 1940. Junto con Martha compró Finca Vigía, de 61.000 m² a 24 kilómetros de La Habana. Terminado el divorcio, decidió que en adelante pasaría los veranos en Sun Valley, Idaho, mientras los inviernos lo pasaría en Finca Vigía. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y los Estados Unidos se incorporaron en diciembre de 9141, Hemingway convenció al gobierno cubano presidido por Fulgencio Batista para que lo ayudaran a equipar su barco Pilar con equipos para detectar submarinos en las costas de Cuba. Entre los años ‘44 y ‘45 viajó a Londres, donde sufrió un accidente automovilístico. Con la cabeza vendada estuvo presente en el desembarco aliado en Normandía, aunque no participó en ninguna acción de riesgo. Una vez en tierra, se unió a un grupo de la resistencia que operaba en las afueras de París, pero fue detenido por el ejército porque en su calidad de corresponsal no podía participar en acciones en el frente. En su descargo, Hemingway alegó que solo ofrecía asesoramiento, por lo que fue absuelto. Aunque en agosto de 1944 entró con las tropas en París, historia que él adornó diciendo que había sido el primero en entrar a la ciudad y que había liberado el hotel Ritz. Trató de participar en la batalla de las Ardenas, la última ofensiva que organizó el ejército alemán, pero tuvo que ser internado en un hospital por una neumonía. Cuando salió del hospital, la batalla había terminado. Sin embargo, Hemingway fue condecorado con una Estrella de Bronce del ejército por su valentía en la acción.
Digresión 4:
La publicación de Por quién doblan las campanas fue un éxito rotundo, algo que no sucedió con los libros que Hemingway había publicado en los últimos diez años. En el primer año se vendieron casi un millón de ejemplares y las críticas fueron muy elogiosas. «El mejor libro que ha escrito Hemingway, el más completo, el más profundo, el más auténtico», escribió The New York Times. Además, fue claro que el libro contribuyó decisivamente a crear un clima de repudio al fascismo, pese a que en la novela denunció la incompetencia y la crueldad de ambos bandos. La censura del franquismo usó todos los medios para impedir la difusión del libro. Los consulados y la embajada españolas en Estados Unidos propusieron que las ediciones en castellano cambiaran la palabra «fascista» y «falangista» y pusieran «nacionalistas», y que en lugar de «leales republicanos» se dijera «rojos».
Después de un período de sequedad, Hemingway y su cuarta esposa, Mary Welsh, a quien había conocido en París, se instalaron en Venecia, donde tuvo tiempo de enamorarse de una joven de 19 años, que lo inspiró para escribir Al otro lado del río y entre los árboles, publicada en 1950 y que recibió críticas negativas. Furioso por su situación, se sumió en una depresión, pese a lo cual escribió El viejo y el mar, que recibió el premio Pulitzer de 1952.
Digresión 5:
Hemingway escribió la novela en ocho semanas. Cuando William Faulkner la leyó, escribió: «Creo que su último libro, El viejo y el mar, es el mejor porque ha encontrado algo que no había encontrado antes, que es Dios». La novela se convirtió en una de las obras más importantes de la literatura estadounidense contemporánea. El mismo Ernest admitió que «es lo mejor que pude escribir durante toda mi vida».
En 1953, tras quince años de ausencia, Hemingway regresó a España, donde las autoridades franquistas no lo molestaron y pudo asistir a los Sanfermines de Pamplona. En 1954, realiza un nuevo viaje por África donde tuvo un accidente volando en una avioneta sobre el Congo Belga. Con heridas bastante serias, Mary y él abordaron un avión para trasladarlo a Entebbe, pero el aparato explotó durante el despegue, y Hemnigway sufrió graves quemaduras y una fuerte conmoción cerebral. Cuando al fin pudieron llegar al hospital de Entebbe, se enteraron de que se había corrido la noticia de que Enest había muerto, por lo que el escritor se divirtió leyendo sus prematuros obituarios. Desde estos accidentes, y otros que le sucedieron luego durante un incendio forestal, el deterioro físico fue notorio, y aunque siempre había sido un bebedor excesivo, el alcoholismo incrementó ese deterioro. En 1954 recibió el premio Nobel de Literatura.
Digresión 6:
Dolorido todavía por las heridas recibidas, Hemingway no viajó a Estocolmo para recibir el Nobel. Mandó un discurso en el que decía «Escribir, en su mejor momento, es una vida solitaria». Y agregó: «este es un premio que le pertenece a Cuba, porque mi obra fue creada y pensada en Cuba, con mi gente de Cojimar, de donde soy ciudadano. A través de todas las traducciones está presente esta patria adoptiva, donde tengo mis libros y mi casa».
Los años siguientes fueron años de sufrimiento. El alcohol afectó sus funciones hepáticas. Y tenía alta presión y arterioesclerosis. Solamente tuvo una buena noticia cuando se enteró de que se habían recuperado unos baúles con cuadernos y notas que había abandonado en París en 1928. Con ellos, en 1959 terminó su autobiografía París era una fiesta, que se publicó en 1964, y fue el primero publicado después de su muerte. Como no se sintió feliz en su casa de Cuba, empezó a gestionar la compra de una casa en las afueras de la ciudad de Ketchum, en el estado de Idaho. A pesar de haber tenido una buena relación con el gobierno de Fidel Castro después de la revolución, decidió abandonar la isla cundo se enteró de que el régimen pensaba nacionalizar las propiedades de los ciudadanos estadounidenses. La Finca Vigía fue efectivamente expropiada por el gobierno cubano en 1961, incluyendo la enorme biblioteca que había en la casa. El lugar estuvo descuidado hasta el 2002, cuando el gobierno de George W. Bush firmó con el gobierno cubano un acuerdo de colaboración para preservar la casa y sus bienes. El Consejo de Ciencias Sociales de EEUU envió equipos para la digitalización de los documentos, cuyas copias se archivaron en la biblioteca Kennedy de Boston, junto con otros originales y cartas donados por Mary Welsh. Derrumbado por la depresión y obsesionado por la idea de que el FBI lo estaba vigilando, Hemingway se disparó en la cabeza con su escopeta de caza el 2 de julio de 1961. Tenía 62 años de edad.
Hemingway y el cine
Varios de sus libros se utilizaron en el cine. En 1932 Frank Borzage dirigió una adaptación de Adiós a las armas, en la que actuaron Gary Cooper, Helen Hayes y Adolphe Menjou. La misma novela sirvió para una adaptación de 1957, esta vez dirigida por Charles Vidor, protagonizada por Jennifer Jones, Rock Hudson y Vittorio de Sica.
Por quién doblan las campanas es seguramente la más famosa adaptación. Fue presentada en 1943, dirigida por Sam Wood y protagonizada por la pareja inolvidable de Ingrid Bergman y Gary Cooper.
En 1958 se estrenó la excelente película El viejo y el mar, adaptada de la última novela publicada en vida de Hemnigway. Fue dirigida por John Sturges y protagonizada por el veterano Spencer Tracy. Ese año obtuvo el Oscar a la mejor banda sonora y el National Board of Review como mejor película y mejor primer actor.
En 2015 se filmó en Cuba, en escenarios en los que habían transcurrido los años cubanos de Ernest, el documental «Papa in Cuba», dirigida por Bob Yari, con Mariel Hemingway, una de las nietas del escritor, en el elenco.