9 de septiembre de 2020: 192 aniversario de su nacimiento.

Todo en Tolstói es desmesurado. Su enorme ego. Las 1.000 fotografías que le hizo su esposa Sofía. Sus crisis místicas. Sus estudios de física, ciencias naturales, astronomía. Su dominio del francés, además del griego y hebreo. Su abandono reiterado de la literatura, para retomarla después. Su decisión de hacerse monje y entregar sus bienes a los pobres. Su ruptura con la iglesia ortodoxa, que lo excomulgó. Su ejercicio de profesiones tan diversas como la de maestro o de zapatero cundo ya era un escritor famoso. Su obra literaria es un reflejo de esa desmesura: la edición de sus obras completas publicadas en la Unión Soviética son 90 tomos que tardaron en publicarse 30 años, desde 1928 hasta 1958. Y cómo es posible que los editores soviéticos censuraran algunos textos, es imposible saber cuántos más comprendería una nueva edición, más completa todavía. Los diarios, que escribió durante 63 años, desde 1847 (cuando tenía 17 años) hasta 20 días antes de morir, en 1910, que comprenden 13 tomos de los 90 mencionados. Y la correspondencia, que todavía no se completó de recopilar, 31 volúmenes de los 90. Llegó a confesar: “Soy tan ambicioso que si tuviera que elegir entre la gloria y la virtud, temo que elegiría la primera”.

Nació el 28 de agosto (en el calendario juliano)/ 9 de septiembre (en el calendario gregoriano) de 1828 en la extensa finca familiar de Yásnaia Poliana, ubicada en la región de Tula, Rusia, a unos 200 kilómetros de Moscú. Fue el cuarto hijo varón del conde Nikolái Ilich Tolstói y de la princesa Maria Nikoláievna Volkónskaia, ambos descendientes de antiguas familias nobles. Los niños Tolstói tenían cada uno un sirviente que los atenderían toda su vida. Para tener noción del mundo en que se criaron esos niños, acercamos solamente estos ejemplos: el abuelo materno de Lev mandaba lavar su ropa blanca a Holanda, mientras que la abuela paterna tenía un siervo ciego que le recitaba cuentos todas las noches para ayudarla a conciliar el sueño.

A Lev no le interesaron ni sus estudios universitarios de derecho ni los de lenguas orientales que comenzó. Pronto se cansó de ellos y volvió a Yásnaia Poliana, a dilapidar dinero en el juego, llegando a perder alguna de sus propiedades. Hastiado de todo, se incorporó al ejército ruso que combatió en Crimea, en una absurda guerra sangrienta en la que las potencias europeas luchaban (entre 1853 y 1856) para seguir repartiéndose los territorios del Cáucaso. Esa inútil guerra que enfrentó al Imperio ruso y a Grecia contra el Imperio Otomano, Francia y Gran Bretaña, produjo una cantidad de muertos que se calcula entre 500.000 y 750.000, sin contar los fallecidos por las heridas y enfermedades posteriores. Aunque no existe una cifra exacta, posiblemente las dos terceras partes de los soldados muertos fueran rusos. Solamente durante el sitio de Sebastópol, murieron más de 100.000. Todo esto produjo un fuerte impacto en Tolstói, que encontró un alivio cuando comenzó a escribir sus primeros textos, que se publicaron con éxito. De regreso de la guerra, volvió a Yásnaia Poliana donde propuso liberar a todos sus siervos, pero éstos, recelando de su extraño señor, en su mayoría rechazaron la oferta de libertad. Entre 1857 y 1860 publicó varias obras, a la vez que se apasionaba por una pedagogía de inspiración rousseauniana. Pero también se apasionó por la vida salvaje y primitiva, porque la consideraba libre. Aunque sus siervos seguramente no vivían con la misma pasión esa vida salvaje y primitiva a la que estaba sometidos. Renegando de las convenciones de la sociedad “civilizada”, Tolstói se casó con Sofía Behrs.

Digresión:

Sofía tenía 18 años cuando conoció a Tolstói, que ya era un famoso escritor, 16 años mayor que ella. El 16 de septiembre de 1862 se comprometieron y una semana después se casaron. Tuvieron 13 hijos, de los que solamente 8 llegaron a la edad adulta.
Menospreciada y seguramente humillada por el egocentrismo del gran escritor, vivió con él durante 50 años. Fue su enfermera, su asistente y secretaria, y copió siete veces el manuscrito de Guerra y paz, una obra que en la edición que tengo en la mano (Del Taller de Mario Muchnik, Madrid 2003) tiene más de 1850 páginas. Además, fue una excelente fotógrafa, y sacó casi 1.000 fotos de su marido, al que seguramente le encantaba su imagen. Sofía también escribió varios relatos, además de un diario, aunque Tolstói nunca quiso leer nada de ella. Nada de lo que escribió se publicó hasta 1994, cuando se conocieron sus diarios.

En 1863 Tolstói comenzó a escribir su monumental Guerra y paz, de la que en 1967 se publicaron los tres primeros volúmenes. El éxito fue inmediato. Un cuarto volumen apareció dos años después, en 1869. En 1873 comenzó a escribir su segunda gran novela, Anna Karénina, que abandonó varias veces pero que finalmente publicó en 1877.

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Jorge Luis Borges tenía opiniones contradictorias sobre Tolstói. “Empecé a leer ‘Guerra y Paz’, y de repente me di cuenta de que los personajes no podían interesarme. También de Tolstói he leído algunos cuentos… pero me veía a mí mismo haciendo un esfuerzo. Y no me gusta eso (citado en Borges, el palabrista, de Esteban Peicovich). “Yo no creo que nadie haya leído una novela de Tolstói, de principio hasta el fin: Guerra y Paz”, dijo también en una entrevista que le concedió a un estudiante (Daniel Rilo) en 1975. Pero también dijo, cuando se le preguntó si prefería a Tolstói o a Dostoievski: “He leído y releído un solo libro también: La guerra y la paz de Tolstoi y sigue pareciéndome admirable. Ahora creo que esa es la opinión general, que Tolstoi es superior. ¿A Dostoievski?, le preguntó el entrevistador. Sí, a Dostoievki, no? (ver En diálogo II, Jorge Luis Borges/Osvaldo Ferrari, Ed. Siglo XXI México, 2005, p. 45.

Las crisis espirituales y religiosas de Tolstói maduro fueron cada vez más frecuentes e intensas. La idea de la no violencia (que transmitió a Mahatma Gandhi a través de su correspondencia), la condena de las iglesias establecidas y de las confesiones jerárquicas, la creencia en la divinidad de las palabras de Cristo pero no en la de su persona, y el celo con que predicaba contra el sexo y la procreación fueron motivo de sus violentas disputas con la iglesia ortodoxa rusa y también con sus familiares. Creyó que renunciando al cobro de sus derechos de autor y fantaseando con regalar sus propiedades a los campesinos, lograría conciliar sus ideas y sus actos pagando el costo de desposeer a su impaciente, imperativa y exasperada familia, en la cual las hijas se alineaban con él y los hijos con Sofía. Al final, negociaron soluciones de compromiso poco satisfactorias para las partes, como que sólo los libros impresos antes de 1881 circulasen libremente, sin percibir derechos de autor. Los conflictos familiares se agravaron en 1883. Sofía le reprochaba que en lugar de dedicarse a la literatura “malgasta sus fuerzas en tonterías”. Vladimir Chetkov, que desde 1883 se había convertido en el más estrecho colaborador de Tolstói y en su discípulo más fanático, peleaba con Sofía por el control de las obras de Lev y su dinero, conflicto que se prolongará incluso después de la muerte del maestro. En 1899 apareció Resurrección, la última de sus grandes novelas sobre las leyes humanas y la hipocresía de las iglesias cristianas. Por su contenido, que incluye menciones a la homosexualidad (que de considerada un delito en la Rusia de entonces) fue censurada, y no apareció en su versión completa sino hasta 1936. Con la aparición de esa novela, se agravó su conflicto con la Iglesia ortodoxa, que terminó excomulgándolo, y que aún hoy mantiene esa sanción. Perseguido con saña por la iglesia, censurado por el gobierno autocrático y abrumado por sus conflictos familiares, en octubre de 1910 huyó de su casa en pleno invierno y, afiebrado, se refugió en una pequeña estación ferroviaria cercana. Tolstói murió de neumonía en la estación de tren de Astadópovo, no demasiado lejos de Yánsaia Poliana, el 7 de noviembre/20 de noviembre de 1910, a los 82 años.

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En 1908 Tolstói denunció en un artículo periodístico las ejecuciones masivas de campesinos en manos del ejército zarista. “No puedo callar” decía, y ofrecía su vida para que cesaran las ejecuciones. Vladimir Lenin, en un artículo publicado en la prensa comunista clandestina ese mismo año, titulado “Lev Tolstói, espejo de la revolución rusa” lo calificó de “terrareniente, loco profeta y personaje ridículo” porque su propuesta no tenía sentido práctico alguno. Sin embargo, reconocía sus contradicciones: “de un lado, es un artista genial, que no solo ha producido cuadros incomparables de la vida rusa, sino obras de primer orden en la literatura mundial. De otro lado, es un terrateniente poseído de cristiano fanatismo. De un lado el realismo más lúcido, que arranca todas y cada una de las caretas, de otro lado la prédica de una de las cosas más repugnantes que existen bajo la capa del cielo, a saber: la religión”.

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Alfred Nobel fue el millonario inventor de la dinamita y filántropo que en su testamento instituyó la creación de cinco premios anuales (en literatura, medicina, física, química y paz) para destacar cada año a quien hubiera producido en esos campos la obra más destacada. El primer Nobel de literatura en 1901 se le otorgó al poeta parnasiano y ensayista francés, no muy conocido entonces ni hoy, Sully Prudhomme. Lev Tolstói, reconocido mundialmente por su obra literaria y por su lucha en contra de la guerra y la violencia, fue nominado al premio literario desde 1902 hasta 1906, y al premio de la paz en 1901, 1902 y 1910 (un mes antes de su muerte). Como nos tiene acostumbrado la Academia sueca, no le fueron concedidos. Entre tantos otros, tampoco fueron considerados merecedores del premio literario escritores como Marcel Proust, Rubén Darío, Franz Kafka, Jorge Luis Borges, Emile Zola o Henrik Ibsen.

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Lev Nikoláievich Tolstói escribió 12 novelas, 36 libros de cuentos, 8 de ensayos, 7 obras sobre educación, 5 sobre religión, y una cantidad enorme de artículos periodísticos, además de sus minuciosos diarios y su incontable correspondencia.
La obra de Tolstoi está seguramente entre las más utilizadas para nutrir a la cinematografía mundial. Hemos registrado 150 películas basadas en sus libros. Diez de ellas son versiones de “Anna Karenina”, y cuatro películas de “Guerra y Paz”. La primera “Anna Karenina” se filmó en 1911, era rusa y muda. También era muda la versión estadounidense de 1927 con Greta Garbo, que en 1935 se empeñó en hacer una nueva versión sonora. Una bella película de EEUU fue dirigida en 1997 por Bernard Rose e interpretada por la francesa Sophie Marceau. También de EEUU es la reciente película de 2012, con la joven Keira Knightley.

De “Guerra y Paz” destacamos una primera, rusa y muda, de 1915. Y la de 1956, una coproducción Italio-EEUU, dirigida por King Vidor, con Audrey Hepburn en el papel de Natasha. Y la monumental y larguísima película producida en la Unión Soviética, dirigida y protagonizada por Serguéi Bondarchuk en el papel de Bezújov, en 1967. Esta película duraba originalmente 5 horas, y se emplearon 120.000 soldados para las escenas de la batalla de Borodinó. En 1972 se filmó en Gran Bretaña una versión protagonizada por Anthony Hopkins.

Otra curiosidad es la coproducción ruso-alemana-estadounidense La última estación, de 2009, que relata los últimos días de Tolstói. Fue dirigida por Michael Hoffman, con Christopher Plummer como Tolstói, con Helen Mirren en el papel de su esposa Sofía, y Paul Giamatti como Chertkov.

Existen numerosas traducciones de las obras de Tolstói al castellano. Pero hay unas Obras completas en tres volúmenes de Editorial Aguilar, Madrid 1981. De la Correspondencia, se publicó el primer volumen (1842-1879) en 2005 por Ediciones ERA/Conaculta, México, y simultáneamente por Ed. Acantilado, Barcelona, ambas con la misma traducción de Selma Ancira. Los Diarios, también con la traducción de Selma Ancira, fueron publicados en 2001 en dos volúmenes, por las mismas editoriales.

LEV NIKOLÁIEVICH TOLSTÓI
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