28 de febrero: 35 aniversario de su asesinato.

El asesinato del presidente norteamericano John F. Kennedy en 1962 fue un acto horrible, repudiable y que será recordado siempre con horror. La utilización mediática que se hizo de ese crimen sirvió para crear un personaje que en muchos sentidos me parece un poco sobredimensionado. Por ejemplo, si se lo compara con el tratamiento que mereció el magnicidio de Olof Palme, el primer ministro sueco asesinado en 1986. Trato de ser objetivo, y tal vez no lo logro, pero puestos uno junto al otro, la figura del sueco me parece gigantesca, en tanto que la del aristócrata estadounidense (con el debido respeto) me parece que su dimensión se debe más al despliegue inconmensurable de los medios de todo el mundo que a los logros políticos que obtuviera. ¿Cuántos mencionan hoy la vida ejemplar de Palme, sus obras, sus ideas? ¿Cuántos libros se han escrito sobre él, más allá de las investigaciones periodísticas sobre su asesinato? ¿Cuántos artículos periodísticos, o películas, o seminarios académicos, se ocupan de recordarlo?

Sven Olof Joachim Palme nació en Estocolmo, Suecia, el 30 de enero de 1927. Era el menor de los tres hijos de una familia adinerada, lo que le permitió hacer sus estudios secundarios en el Kenyon College de Ohio, Estados Unidos, donde estudió política y economía, y después en la universidad de Estocolmo, donde obtuvo su grado en Derecho en 1951. Desde joven ingresó al partido Socialdemócrata, en el que tuvo un rápido ascenso. Muy pronto empezó a trabajar en la secretaría del entonces primer ministro Tage Erlander. Y ocupó luego una banca de diputado en 1957. En 1965 fue designado ministro de Transportes y en 1967 ministro de Educación. Cuando Erlander dejó su cargo en 1969, Palme fue elegido como su sucesor, a los 42 años, el gobernante más joven de Europa. Mantuvo el cargo después de sucesivas reelecciones hasta 1976, y volvió a ocupar el puesto desde 1982 hasta el 28 de febrero de 1986, el día de su asesinato. Palme, durante toda su vida política fue un activo defensor del estado de bienestar, herramienta política principal del estado sueco, gracias a la cual la socialdemocracia de su país (y las de otros países nórdicos) retuvo las riendas del poder durante largos períodos.

Digresión 1:

El estado de bienestar, o estado asistencialista, es “el que garantiza estándares mínimos de ingreso, alimentación, salud, habitación y educación a todo ciudadano como derecho político y no como beneficencia” (ver Diccionario de Política, Norberto Bobbio y otros, Siglo XXI Editores, México 1995, p. 551 y ss). Aunque se puede encontrar acciones parecidas en otros lugares y momentos de la historia a partir del siglo XVIII, fueron los proyectos de salud y educación del gobierno inglés de posguerra (1946) y las políticas configuradas por los gobiernos socialdemócratas de los países nórdicos las que diseñaron las líneas principales de este proyecto. Sus postulados fundamentales establecen que independientemente de sus ingresos, todos los ciudadanos tienen el derecho a ser protegidos en situaciones de largo plazo (vejez, invalidez) o de breve plazo (enfermedad, desempleo) (Diccionario, id. p. 553).

Por otra parte, Palme alentó reformas sustanciales en el sistema político vigente hasta entonces en Suecia, la conversión del parlamento hacia un sistema unicameral, y el establecimiento de restricciones políticas y económicas a la monarquía sueca. Palme siempre estaba muy adelantado a su época. Cuando fue asesinado tenía en carpeta un proyecto para promover una reconversión industrial para que las empresas de armamentos suecas, unas de las más grandes del mundo, se convirtieran en industrias civiles.

Digresión 2:

Pero fue en el ámbito de la política exterior en la que Palme dejó su marca de inconformista con el statu quo existente y en la bipolaridad hegemónica del mundo. Fue un inquebrantable defensor del pacifismo y del cumplimiento de los derechos humanos. Su neutralidad fue seriamente demostrada en diversos conflictos internacionales en los que enfrentó tanto a los Estados Unidos durante su guerra genocida en Vietnam como a la ocupación de la Unión Soviética en Checoslovaquia. Un detalle: la denuncia de Palme sobre los bombardeos estadounidenses sobre Hanoi fue tan fuerte que Nixon expulsó al embajador de Suecia en EEUU. También Palme avanzó como ningún otro gobernante en sus propuestas de desarme frente a la carrera armamentista que ponía en peligro la paz mundial. Y denunció con anticipación el peligro de la proliferación de armas nucleares y de la construcción de centrales eléctricas nucleares.

Digresión 3:

En 1979 se produjo una explosión en la central nuclear estadounidense de Three Mile Island, propiedad de una empresa privada. El desastre fue calificado como de nivel 5 (sobre 6) en la escala de Sucesos Nucleares, solamente menor al causado en Chernobyl (en la Unión Soviética) o el más reciente en Fukushima (Japón) de 2011. A pesar del daño producido, la parte de la central nuclear estadounidense que se pudo recuperar siguió funcionando hasta 2019, cuando fue cerrada definitivamente “por falta de financiamiento y crecientes pérdidas económicas”. El desastre de Three Mile causó un gran impacto político y emocional en todo el mundo. Pero en Suecia, Palme convocó a un referéndum, que tuvo lugar en 1980, para cerrar todos los reactores nucleares del territorio sueco.

Apoyó los movimientos de liberación de los países del llamado Tercer Mundo, siendo el primer jefe de estado europeo en hacer una visita oficial a Cuba después de la revolución de 1958. Apoyó al Congreso Nacional africano en su lucha contra el apartheid, y financieramente al propio Mandela. Y no solamente defendió los derechos de los refugiados políticos de los conflictos mundiales, sino que durante sus gobiernos fue el mayor receptor de refugiados de diversos países (como los refugiados políticos de Chile y Argentina, que huían de la dictadura de sus países en los ‘70 y ‘80).

Digresión 4:

Palme fue un firme antifranquista. Amigo de Felipe González y de muchos opositores democráticos españoles, hizo campaña personalmente contra la represión del régimen dictatorial. En una foto de 1975 se lo puede ver caminando por las calles de Estocolmo con un cartel de denuncia de los últimos fusilamientos franquistas y solicitando dinero para ayudar a los que luchaban contra el dictador. Aunque solamente logró juntar 18.000 pesetas de aquella época, la fotografía apareció en las portadas de los mayores periódicos del mundo, volvió a poner el tema de la obsoleta dictadura española en el orden del día y despertó muchas conciencias que parecían haber olvidado la existencia del régimen fascista a las puertas de la Europa moderna.

En la noche del viernes 28 de febrero de 1986 Olof Palme, su mujer Lisbet y uno de sus hijos salían de la función de cine donde vieron la película Los hermanos Mozart. Era algo que al primer ministro sueco le encantaba hacer, pero sus ocupaciones a veces no se lo permitían. Siempre que podía, hacía la vida de cualquier ciudadano. Por eso, salvo para actividades oficiales, rechazaba andar con custodia policial. Caminando hacia su casa, después de haber rechazado la oferta de su hijo de tomar un taxi, un hombre se les acercó por atrás y le disparó dos veces por la espalda a quemarropa. En medio de la confusión, el agresor se metió en una calle lateral y desapareció. Palme murió a los pocos minutos, sin haber podido llegar a un hospital. Con la sociedad estremecida, comenzó la búsqueda del asesino, a la vez que comenzó a especularse sobre la responsabilidad del magnicidio. La búsqueda llevó a interrogar a más de 10.000 personas, y de sospechar desde las milicias kurdas del PKK (una pista en la que los servicios de inteligencia suecos perdieron más de un año para encontrar que no tenía la menor base de apoyo), de la CIA, del Mossad israelí o de la KGB soviética. Sobresalían entre ellos como sospechosos los servicios secretos sudafricanos que ya habían aparecido mezclados en el estallido del avión en el que murió Dag Hammasköld, el secretario general de las Naciones Unidas, también luchador contra el apartheid. Se recibieron las clásicas “confesiones” de centenares de desequilibrados diversos, y hasta hubo el caso de un sueco, Christer Petterson, drogadicto con antecedentes penales, que llegó a ser encarcelado y condenado a cadena perpetua en 1988, aunque pocos meses después el Tribunal Supremo declaró nulo el veredicto por falta de pruebas suficientes.

Con un retraso de 36 años, en 2020 el fiscal sueco Krister Petersson dio por concluida la investigación sobre el asesinato de Palme señalando como culpable del hecho a Stig Engström, un diseñador gráfico que trabajaba en la empresa Skandia, aunque no aportó ninguna prueba novedosa para el caso. Engström había estado en la lista de sospechosos porque era un miembro destacado de un grupo de ultraderecha opositor a Palme, con entrenamiento militar y antecedentes policiales. De todas formas, nada podía hacerse entonces. Engström se había suicidado en el año 2000. Caso cerrado, pero nunca aclarado.

OLOF PALME
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