21 de abril de 2021: 111 ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO

En 1935 Jorge Luis Borges publicó una nota en la revista Sur de Buenos Aires, Argentina. Se trataba de Una vindicación de Mark Twain (ver Borges en Sur, Emecé Editores, Buenos Aires 1999, p. 13). Borges fue un gran admirador de Twain y siempre le dedicó palabras de afecto. En la nota dice: «Mark Twain (importa repetirlo) ha escrito Huckleberry Finn, libro que basta para la gloria. Libro ni burlesco ni trágico, libro solamente feliz». Y agregó: «Mark Twain es divinamente imparcial. Huckleberry Finn no quiere otra cosa que copiar unos hombres y su destino».

Samuel Langhorne Clemens nació en el poblado de Florida, estado de Missouri, Estados Unidos, el 30 de noviembre de 1835. Fue el sexto de los siete hijos de un padre agnóstico y una madre calvinista, que en 1839 se instalaron en la ciudad de Hannibal, puerto fluvial del enorme río Mississippi. Allí el niño hizo sus primeros estudios, que pronto abandonó al llegar al 5º grado (más adelante, ironizó: «Nunca he permitido que la escuela entorpeciera mi educación»). Al año siguiente empezó a trabajar como aprendiz de tipógrafo en un periódico local, y en 1851 comenzó a publicar algunos artículos humorísticos y relatos de viajes imaginados. Poco después agregó a su tarea como tipógrafo la de impresor itinerante, visitando Nueva York, Filadelfia, San Luis y Cincinnati. De allí sacaba el material para sus notas sobre viajes y viajeros. A los 22 años regresó a Missouri. Viajando en los barcos a vapor movidos por ruedas, se propuso trabajar como piloto de esos barcos, para lo cual se puso a estudiar minuciosamente los más de 3.000 km. del Mississippi, un río con centenares de puertos, con sus cambiantes corrientes y sus puntos peligrosos. Durante dos años se preparó hasta conseguir la licencia de piloto en 1859, lo que le permitiría manejar una de esas embarcaciones. Poco tiempo tuvo para estrenar la nueva profesión. En 1861 estalló la Guerra de Secesión, y aunque Missouri estaba representado tanto en el gobierno federal como en el confederado, se alineó con el sur esclavista. Samuel se incorporó brevemente como voluntario a una milicia confederada, pero después de dos semanas el grupo miliciano se disolvió.

Digresión 1:

Samuel tuvo desde temprano claras inquietudes políticas. Era contrario a la esclavitud, y a pesar de ser del sur apoyó a los republicanos y al candidato presidencial Abraham Lincoln. Luego se pasó a los demócratas, se posicionó contra la pena de muerte y apoyó regulaciones que gravaran la riqueza, simpatizó con las trade unions, apoyando la jornada de ocho horas, entre otras cuestiones. De la guerra, no sacó nada que lo entusiasmara. Escribió: «Y parecía un epítome de la guerra; que toda guerra debe ser solo eso: la matanza de extraños contra los que no sientes animosidad personal; extraños a quienes, en otras circunstancias, ayudarías si los encontraras en problemas, y que te ayudarían si lo necesitaras. Mi campaña se echó a perder… Yo mismo podría haberme convertido en soldado si hubiera esperado. Había aprendido parte de él. Sabía más sobre la retirada que el hombre que inventó la retirada».

En 1861 Samuel se reunió con uno de sus hermanos, Orion, que estaba trabajando en el gobierno del estado de Nevada. Hizo el viaje de dos semanas en una diligencia, atravesando las Grandes Llanuras y las Montañas Rocosas. Cuando llegó a Virginia City en Nevada empezó a trabajar como minero, creyendo que se haría rico rápidamente, aunque su experiencia fue decepcionante. Pero encontró trabajo como colaborador de un pequeño diario local, donde publicó algunas notas y utilizó por primera vez el seudónimo de Mark Twain. Se trataba de una expresión típica de los cantos de trabajo de los esclavos de los barcos del río, que significa «marca dos», referida a las dos brazas (3,6 mts.), que era el calado mínimo que los barcos debían tener para una navegación segura. Poco después, en 1864, se fue a vivir a San Francisco, la gran ciudad de California, donde siguió trabajando como periodista. El periódico neoyorkino The Saturday Press publicó en 1865 su cuento humorístico The Celebrated Jumping Frog of Calaveras County and Other Sketches (La célebre rana saltadora del distrito de calaveras), un relato humorístico sobre una impensable carrera de batracios a la que jugaban los hombres de los campamentos mineros, que fue un éxito rotundo, y que le dio reconocimiento a nivel nacional. En 1867 hizo un viaje por el Mediterráneo, financiado por el periódico con el que colaboraba. Las cartas que escribió durante el viaje fueron la base para escribir su libro Los inocentes en el extranjero, que se publicó en 1869, y en el que se burlaba del ya entonces ingenuo turismo de los ricachones estadounidenses de entonces y de su adoración por la vieja cultura europea.

Digresión 2:

En 1898 estando estacionado en el puerto de La Habana, Cuba, fue volado el crucero estadounidense Maine, episodio que provocó la declaración de guerra de Estados Unidos a España. Siempre se sospechó que ese episodio fue una provocación, e incluso un sabotaje cometido por los propios estadounidenses. España era en esos momentos una potencia colonial en decadencia, mientras que Estados Unidos estaba ansioso por dominar todo el Caribe, y Cuba era la llave de entrada al mismo. La guerra duró unas pocas semanas, y causó la muerte de 600 españoles, 250 estadounidenses y 100 cubanos. Incapaces de enfrentar seriamente a los estadounidenses, rápidamente las tropas españolas se rindieron, Cuba sería declarada independiente, y España cedió Puerto Rico, Filipinas y las islas de Guam. Mark Twain, entre otros intelectuales como el filósofo Willam James, se opusieron a la guerra farsesca y denunciaron la expansión del imperialismo estadounidense. Sobre el conflicto posterior en Filipinas, Mark Twain dijo: «He leído cuidadosamente el tratado de París, y he visto que no tenemos la intención de liberar, sino de subyugar al pueblo de Filipinas. Hemos ido a conquistar, no a redimir […] Y así soy un anti-imperialista. Me opongo a que el águila ponga sus garras en cualquier otra tierra» (The New York Herald, 15 de octubre de 1900).

La voz antiimperialista de Twain también se alzó cuando conoció las bestialidades del rey Leopoldo II de Bélgica en el Congo, después de que la Conferencia de Berlín de 1885, organizada por las grandes potencias coloniales europeas para repartirse Africa, otorgó en propiedad privada al rey belga el territorio de casi 2,5 millones de km². Con su cáustico humor, Twain describió el momento en que el rey aceptaba el regalo: «la forma en que fui peregrinando entre las Potencias en lágrimas, con la boca llena de la Biblia y mi piel rebosante de piedad por cada poro y les imploré para confiar el vasto, rico y populoso Estado Libre del Congo en mis manos como su agente, de manera que pudiera acabar con la esclavitud y detener las redadas de esclavos, y sacar a los veinticinco millones de gentiles e inofensivos negros de las tinieblas a la luz, la luz de nuestro bendito Redentor, la luz que fluye de su santa Palabra, la luz que hace gloriosa nuestro noble civilización […] cómo América y trece grandes estados europeos lloraron de afinidad conmigo, y fueron persuadidos; cómo sus representantes se reunieron en la convención en Berlín y me nombraron Superintendente del Estado del Congo, y bosquejaron mis facultades y limitaciones, guardando cuidadosamente las personas y las libertades y propiedades de los nativos contra daños y perjuicios; prohibiendo el tráfico de whisky y el tráfico de armas; creando tribunales de justicia; promoviendo el comercio libre para los mercaderes y comerciantes de todas las naciones, y dando la bienvenida y salvaguardando a todos los misioneros de todos los credos y denominaciones» (en Collected Tales, 1992). Se calcula que desde 1908 hasta 1960, año de la independencia del Congo, fueron asesinados entre 5 y 10 millones de congoleños.

En 1870 se casó con Olivia Langdon, que fue el gran amor de su vida, hasta que ella falleció en 1904. Provenía de una familia rica, pero de principios liberales, y a través de ella se vinculó con gente socialista, abolicionista y activistas por los derechos de las mujeres. Tuvieron cuatro hijos, el primero de los cuales fue su único hijo varón, que murió a los 19 meses de edad de difteria.

Digresión 3:

Aunque Olivia y Mark se amaron durante 34 años, no tuvieron mucha suerte en otros aspectos. Su hija mayor, Susan, murió a sus 24 años debido a una meningitis. En 1908 la menor, Jean, que cargaba con una epilepsia desde niña y que vivió largas temporadas internada en instituciones médicas, murió ahogada en una bañera en la casa del escritor, cuando sufrió un repentino ataque. También Twain tuvo mala suerte en los negocios. A pesar de ganar bastante dinero con sus libros, nunca hizo una inversión prudente, y estuvo varias veces en bancarrota. En su primer intento de fundar una empresa editorial en 1886, le compró a la viuda del general Ulises S. Grant, el general del ejército que ganó la guerra civil y luego fue presidente de la República, las memorias que había logrado terminar antes de morir de un cáncer, por la enorme suma de 200 mil dólares de 1887 por adelantado. El libro fue un best-seller, pero la viuda se llevó el 75% de lo obtenido por las ventas, porque así lo estipulaba el contrato que firmó con Twain.

Después de quedar viudo, Twain tuvo periodos de profunda depresión. Entre 1906 y 1907 escribió Chapters from my Autobiography (Capítulos de mi autobiografía) que publicó por entregas en una revista literaria. Su único consuelo y alegría fue la creación de un club para niñas, una especie de nietas sustitutas con las que mantenía una nutrida correspondencia. Murió de un ataque al corazón el 21 de abril de 1910 a los 74 años de edad.

Digresión 4:

Había previsto su muerte. En 1909 dijo: «Vine al mundo con el cometa Halley en 1835. Vuelve de nuevo el próximo año, y espero marcharme con él. El Todopoderoso ha dicho, sin duda: ‘Ahora están aquí estos dos fenómenos inexplicables; vinieron juntos, juntos deben partir’ ¡Ah, lo espero con impaciencia!». Murió el día anterior al paso del cometa.

Digresión 5:

Luego de su muerte, su hija Clara, única heredera, hizo publicar en libro «El forastero misterioso», entonces inédito, que fue un fracaso de ventas y que la crítica trató muy mal. Pero casi cincuenta años después un periódico pudo cotejar la versión publicada y el original que encontró después de la muerte de Clara. Y se comprobó que el libro había sido mutilado por la hija, que se había convertido en una fanática cristiana, y había suprimido casi una tercera parte del original. Había dejado también una Autobiografía, con la condición de que no se publicara sino hasta cien años después de su muerte. Finalmente, la Universidad de California publicó el texto en 2010, que tuvo una cálida acogida por parte de un público que sigue leyendo con cariño las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn. Pero el libro no tiene nada tóxico, como se creía por la condición impuesta por el autor. Es una colección de anécdotas sobre el interés de Twain acerca de todo, contado con humor y gracia.

Twain vivió dos tercios del siglo XIX en los Estados Unidos, un tiempo que vio cómo su país pasaba de la lucha intestina (la Guerra Civil) a las luchas imperialistas; fue testigo de la expansión al oeste y la abolición de la esclavitud, el gran desarrollo industrial del país y sus consecuencias en las relaciones laborales, especialmente duras para las grandes masas de inmigrantes que llegaban a la joven nación. Fue el gran novelista del siglo XIX estadounidense. Si se puede afirmar que Poe es el padre del cuento estadounidense y Whitman el padre de la poesía moderna del país, Twain puede ser considerado como el iniciador de la gran novela estadounidense. Así lo consideraron William Faulkner, que sostuvo que Twain «es el padre de la literatura norteamericana» y Ernest Hemingway, que dijo que «toda la literatura moderna norteamericana comienza desde el libro de Mark Twain titulado Las aventuras de Huckleberry Finn».

Digresión 6:

Las aventuras de Tom Sawyer de 1876 es una de las novelas clásicas que mitologizan a la niñez como la edad dorada, la primavera de la vida, llena de sueños y fantasías. Los adorables relatos de las aventuras, soñadas o reales, de los niños aventureros que juegan a ser piratas de una isla del río o a hacer incursiones nocturnas a los cementerios o buscar tesoros imaginarios. No tardamos en descubrir que Tom es el mismísimo Samuel, que, con sus extraordinarias dotes narrativas regresa a su propia y añorada niñez.

En Las aventuras de Huckleberry Finn, publicadas en 1885, el personaje central es el río Mississippi. Es una verdadera novela río, por la que pasan las miserables poblaciones, de esas en las que todavía no existían ni ley ni justicia formal, pero en las que no dejaba de haber una iglesia, una cantina, una escuela y una cárcel. Aunque los personajes centrales son tres (Huck, Tom Sawyer y el negro Jim, un esclavo fugitivo), el narrador es Huck, un marginal de la sociedad, empeñado en llevar a Jim hasta un estado en donde no hubiera esclavitud. El gran viaje por el río se hace en una balsa construida por ellos mismos, con la que van conociendo los personajes divertidos o temibles, que son un compendio del género humano. Quizás sin proponérselo, Twain logró una Comedia Humana al estilo norteamericano que, como también el Quijote, es el catálogo novelado del género humano. Pero no todos comparten esta opinión. El libro ha sido uno de los más censurados en muchas escuelas de Estados Unidos. Junto con las aventuras de Huck, está también Matar a un ruiseñor, la novela de Harper Lee que relata el episodio ocurrido en Alabama en los ‘30, cuando un abogado blanco aceptó defender a un afroamericano acusado de violar a una mujer blanca. El tema volvió a estar en el tapete hace unos pocos años, cuando la madre de un escolar del estado de Virginia pidió a un tribunal de justicia que se excluyera el libro de Twain (y el de Harper Lee) de las lecturas escolares porque «las palabras empleadas en esta obra había perturbado a su hijo adolescente»… «Hay tantos insultos racistas y palabras ofensivas que es imposible ignorarlas». ¡Pobre madre americana, que no entendió nada del libro, y que confundió la expresión de uso común (y ciertamente racista) «nigger» (negro) que se utiliza en un libro de 1885 con un insulto que hería la susceptibilidad de un niño del siglo XXI!

Un dato curioso, que seguramente haría reír a Mark Twain:

La primera traducción en castellano de Las aventuras de Tom Sawyer la publicó en 1903 una ya desaparecida editorial de Madrid, bajo el título de Las aventuras de Masín Sawyer, usando un curioso apócope del diminutivo de Tomás (Tomasín). Además, el nombre de la isla de Jackson tiene una aclaración del traductor, que afirma que Jackson «es una especie de apellido patronímico, equivalente a Yáñez (o hijo de Santiago)».

MARK TWAIN
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