3 de agosto de 2020: 96 años de su fallecimiento.
¿Por qué Jorge Luis Borges admiraba a Conrad? Porque “Joseph Conrad pudo escribir que excluía de su obra lo sobrenatural, porque admitirlo parecía negar que lo cotidiano fuera maravilloso… Conrad y Henry James novelaron la realidad porque la juzgaban poética” (J.L. Borges, Obras Completas. T. II, P 45, Ed. Emecé, Buenos Aires).
Józef Teodor Konrad Korzeniowski nació el 3 de diciembre de 1857 en la ciudad de Berdycvzow, en la Polonia ocupada por el Imperio ruso y que actualmente pertenece a Ucrania. Nació en el seno de una familia culta y acomodada de habla polaca. Su padre perteneció a la baja nobleza polaca, y era escritor y traductor. Tradujo al polaco a Shakespeare del inglés y a Victor Hugo del francés. Ferviente partidario del movimiento nacionalista polaco, fue condenado por los rusos a una pena de trabajos forzados en Siberia Su madre murió de una tuberculosis adquirida durante esos años de exilio familiar en Rusia, y cuatro años más tarde también murió el padre. En 1869, a los doce años, Conrad fue a vivir con unos parientes, y terminó sus estudios secundarios. Cuando tenía 15 años, harto de la vida tranquila, dejó los estudios y se embarcó en un mercante y en él encontró su razón de vida, el mar y la aventura. Aunque se sabe poco de lo que hizo en los años siguientes, es posible que se dedicara al contrabando, incluyendo el de algunas armas para los legitimistas católicos carlistas, empeñados en sus peleas familiares con los católicos borbones. De carácter tosco y depresivo, a los veinte años intentó suicidarse disparándose al pecho sin lograr su objetivo. Según se supo después, estaba abrumado por sus problemas económicos, resultado de su vida aventurera y de deudas de juego. A los 21 años, huyendo del servicio militar ruso, se instaló en Inglaterra, donde trabajó como marinero en barcos de cabotaje. En sus ratos libres a bordo, sorprendía a sus compañeros leyendo a Shakespeare en su idioma original, lo que le permitió un amplio dominio del inglés, lengua en la que escribió luego toda su obra, convirtiéndose en unos de los más grandes escritores de lengua inglesa. En su Introducción a la literatura inglesa, ensayo escrito en colaboración con María Esther Vázquez en 1965, Borges dice sobre Conrad: «Había decidido ser famoso; conocía el limitado alcance geográfico de su idioma natal y durante algún tiempo vaciló entre el francés y el inglés, que manejaba con idéntica maestría. Optó por el inglés, pero lo escribió con ese cuidado y con esa pompa ocasional que son propias de la prosa francesa.»
Se nacionalizó inglés para poder concursar como oficial de la marina mercante británica, profesión que ejerció los siguientes 16 años. Sus experiencias en el mar y en la dura vida de los hombres del mar le sirvieron como tema para varias de sus obras iniciales. Le tocó vivir el período de transición entre la romántica navegación a vela y la introducción de los motores de vapor, tecnología que amplió el comercio británico y también la explotación de las colonias europeas en ultramar. Incluyendo también los horrores de la esclavización de los negros de África. De todo esto se nutrió la literatura de Conrad.
Escribió su primera novela, La locura de Almayer, en 1894, a la vuelta de su último viaje a Australia. Decidió entonces mantenerse económicamente con su carrera literaria, pero en su imaginación literaria siempre volvió en sus novelas a esas tierras extrañas (como el Congo africano, el Lejano Oriente o los Mares del Sur), se casó y publicó varias novelas, entre ellas las más conocidas, como El corazón de las tinieblas (Heart of Darkness) de 1902, El negro del Narcissus, Tifón y Lord Jim. La novela Nostromo apareció en 1904, y El agente secreto en 1907. La primera Guerra Mundial estalló en 1914, justamente cuando Conrad y su mujer estaban visitando Polonia. Para volver a Inglaterra debió pasar obligatoriamente por Austria e Italia, en un periplo agotador.
Digresión 1:
Entre las varias novelas y cuentos de Conrad que se utilizaron luego como base para elaborar magníficos guiones de cine, destaca El corazón de las tinieblas. La novela transcribe los sucesos que Conrad vivió en su travesía de seis meses por el río Congo, retratando magistralmente el sucio negocio de la trata de esclavos en el entonces exótico Congo, desgarrado por los sucios negocios del avaricioso rey belga Leopoldo II. La breve novela incluye la denuncia del genocidio, una visión sombría sobre la naturaleza humana y una reflexión sobre el mal. Sobre el odio al otro, al paria, al diferente. No es extraño que Francis Ford Coppola se inspirara en esa obra de Conrad para recrear la crudeza de la guerra de Vietnam en Apocalypse Now (de 1979), mostrando que la violencia homicida obedece a determinadas concepciones de la política, pero que es un impulso irracional, atávico, primitivo, del ser humano. El mal desborda a la razón y sólo puede expresarse con una palabra, palabra que pronuncia Kurtz, el misterioso personaje de Conrad que domina despóticamente a los nativos africanos: dice “el horror”. Y es la palabra que repite el coronel Kurtz, el personaje que en la película de Coppola interpreta el insuperable Marlon Brando (con una actuación de solamente 25 minutos), sumergido en la selva del río Mekong.
Digresión 2:
Pero no todos los textos de Conrad tuvieron la suerte de caer en manos de un director como Coppola. El agente secreto de 1907 cuenta, con humor amargo y sarcástico, el complot de un grupo de anarquistas iluminados que trazan un plan absurdo para volar el Observatorio de Greenwich. No demasiado alejados de las acciones de los terroristas islámicos que hicieron volar, con mejor resultado para ellos, las Torres Gemelas de Nueva York. El protagonista resultará ser, al final, un doble agente al servicio de alguna embajada extranjera que traiciona a sus camaradas, y también al servicio de la policía. El libro fue tomado por Alfred Hichcock en 1936 para elaborar una prescindible película titulada Sabotage, en la que un agente secreto británico trata de desbaratar el plan de un saboteador alemán en la preguerra.
El escritor argentino Ricardo Piglia, declarado admirador de la escritura de Conrad, en su novela El camino de Ida (2013) encuentra en las páginas de una edición de El agente secreto que estaba leyendo la víctima del crimen, las claves para resolver su misterioso asesinato.
Se dice que El agente secreto tuvo influencia en el Unabomber, el insólito asesino serial estadounidense, cuyo nombre real era Theodore Kaczynski (casualmente, de familia de origen polaco), que tenía un ejemplar del libro de Conrad junto a su cabecera cuando lo arrestaron, tras una intensa búsqueda. Kaczynski mandó 16 cartas bomba y mató a 3 personas en los ‘70 y ‘80. Todavía cumple ocho cadenas perpetuas.
Digresión 3:
Nostromo no tuvo suerte en el cine. La novela instala el relato en una republiqueta sudamericana llamada Costaguana, cuya economía dependía de la explotación de sus minas de plata. Allí intervenían los intereses económicos de Estados Unidos, que trató de asegurarlos en medio de guerras civiles entre diversos grupos de las elites criollas, paralelamente con las acciones del corrupto “líder” populista que se asocia con ellos y con las clases altas del país para finalmente lograr la secesión del puerto de Sulaco y entregar las minas de plata a los extranjeros.
El director inglés David Lean, (autor de Lawrence de Arabia, El puente sobre el río Kwai y Doctor Zhivago) intentó infructuosamente filmar el libro de Conrad. Reunió un elenco de estrellas, incluyendo a Marlon Brando, Peter O’Toole y Anthony Quinn. Al igual que en «El imperio del sol», Steven Spielberg se unió al proyecto de Lean como productor con el respaldo de Warner Bros., pero después de varias reescrituras y desacuerdos en el guión, dejó el proyecto. Originalmente, Lean consideró filmar en México, pero luego decidió filmar en Londres y en Madrid, en parte para asegurar la participación de O’Toole, que había insistido en que solo actuaría si la película se rodaba “cerca de casa”. Nostromo tenía un presupuesto total de 46 millones de dólares y faltaban seis semanas para la filmación en el momento de la muerte de Lean de cáncer de garganta en 1991.
Digresión 4:
En la novela Lord Jim, Jim (cuyo nombre nunca es revelado) es un joven marinero británico que obtiene el puesto de primer oficial en el buque Patna, una nave que transportaba peregrinos que se dirigían en peregrinación a La Meca. El casco de la nave sufrió un desperfecto y Jim y el resto de la tripulación abandonaron la nave y a sus pasajeros. Pocos días después, fueron rescatados por una nave británica. Sin embargo, el Patna y sus pasajeros también fueron rescatados, y las acciones deplorables de la tripulación fueron reveladas al público. Aunque toda la tripulación rehusó comparecer en la corte cuando fueron convocados, Jim cree que su deber es presentarse, y la corte revoca su certificado de navegación por abandono del deber. Jim se muestra enojado consigo mismo, tanto por su momento de debilidad como por perder la oportunidad de ser un «héroe». Tiempo después, es contratado para trabajar en un asentamiento remoto tierra adentro donde su pasado puede permanecer secreto. Con el paso del tiempo, Jim adquirió el respeto de los habitantes del lugar porque luchó contra bandidos que atacaban el poblado. Pero el hijo del jefe local murió en el combate, y Jim se entregó al padre, según el ritual local, para ser sacrificado, tratando de rescatar el honor perdido en el pasado y redimirse.
La novela fue filmada en 1965, dirigida por Richard Brooks y con Peter O’Toole como protagonista.
Digresión 5:
La película Los duelistas de 1977, una de las primeras de Ridley Scott (autor también de Blade Runner y Alien), basada en el relato de Conrad titulado “El duelo” en el que dos oficiales del ejército napoleónico enfrentados a muerte en un combate que pareciera tener su origen en un hecho intrascendente. Aunque uno de los duelistas ni siquiera comprende la causa de la disputa y el otro pretexta un insulto inexistente, ambos respetan el código de honor más allá de toda razonabilidad. Otra vez el honor, un concepto siempre presente en la obra de Conrad, como una pesada y estéril carga.
Como escritor Conrad cabalgó entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, por lo que convivió entre el optimismo positivista de la ciencia y el progreso de la época, y su profundo pesimismo sobre la naturaleza humana que compartió con Schopenhauer y Nietzche. Se dice (Historia intelectual del siglo XX, de Peter Watson, Ed. Crítica, Barcelona 2000, p. 61) que una vez le dijo al escritor socialista inglés H.G.Wells: “Hay una diferencia fundamental entre nosotros, Welles. A usted no le interesa la humanidad, pero piensa que puede mejorar. Yo, que amo a la humanidad, sé que es imposible”.
Aprovechando el conocimiento de Conrad sobre los puertos británicos, cuando estalló la guerra el gobierno inglés le encargó el reconocimiento de varios de sus puertos para fortalecer sus defensas. Al terminar la guerra en 1918, siguió viviendo en Inglaterra hasta 1923, cuando se instaló en Estados Unidos. Poco antes de morir, el primer ministro del gobierno laborista inglés de Ramsay McDonald le ofreció el título de “sir”, que rechazó. Murió en Canterbury, Inlaterra, el 3 de agosto de 1924. Tenía 67 años. En su lápida, en la que se labró un poema, se deslizaron tres errores de ortografía.
Para leer El corazón de las tinieblas en castellano, se puede consultar http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/ObrasClasicas/_docs/CorazonTinieblas_Conrad.pdf