28 de septiembre de 2020: 129º aniversario de su fallecimiento.

“Herman Melville murió ayer en su residencia, en el Nº 104 de la calle East Veintiséis de esta ciudad, de un ataque al corazón, a la edad de setenta y dos años. Era el autor de “Taipi”, “Omoo”, “Mobie Dick” y otros relatos marítimos escritos hace años”.

Con estas líneas informó el New York Times el fallecimiento de Herman Melville, el 28 de septiembre de 1891, incluyendo una errata en el título de su gran novela. Alguna otra vez habían mencionado algunos de sus textos, pero sin ningún entusiasmo. Hasta mucho tiempo después, no se dieron cuenta de que Melville era uno de los más grandes narradores de la literatura estadounidense. Igualmente, había sido ninguneado al otro lado del Atlántico, como lo hizo notar irónicamente Borges en el prólogo de su traducción de “Bartleby, el escribiente”, quien señaló que 20 años después de su muerte “la undécima edición de la Encyclopaedia Britannica lo considera un mero cronista de la vida marítima”.

Herman Melville nació en la ciudad de Nueva York el 1 de agosto de 1819. Era el tercer hijo varón de los cuatro hijos y las cuatro hijas de Allan Melville y Maria Gansevoort, con antepasados patricios. El abuelo Melville participó en el Boston Tea Party de 1773, que dio comienzo a la revolución estadounidense, y el abuelo Gansevoort también luchó contra los ingleses durante ese periodo. Cargando ese pasado en sus espaldas, el joven Melville tardó un poco en mostrar su inteligencia. Su padre lo consideraba “un poco lento de comprensión… pero dócil y de amable disposición”. La economía familiar era tranquila, hasta el colapso económico de la familia en 1830, y la posterior muerte del padre un par de años después. Herman tuvo luego varios empleos insatisfactorios, hasta que en 1837 se embarcó, primero en un vapor de pasajeros y carga como marinero y luego en un ballenero, en el que tuvo sus primeras aventuras. Cuando llegaron con este barco a las Islas Marquesas, en la Polinesia francesa, y como no estaba dispuesto a soportar el maltrato que los oficiales daban a los marineros, abandonó el barco junto con otro compañero. Los dos cayeron entonces en manos de una tribu de caníbales, los taipi, que los mantuvieron prisioneros hasta que un mes más tarde los vendieron a un ballenero francés que pasó por allí. Cuando llegaron a puerto en Tahití, lo desembarcaron y lo hicieron encarcelar, acusándolo de amotinamiento. Pasó un tiempo en la prisión, hasta que fue liberado y pudo conseguir otro ballenero que lo llevó hasta Hawai, donde vivió algunos meses hasta que pudo engancharse en el buque de guerra estadounidense United States, donde sirvió como marinero raso hasta que pudo finalmente llegar a Boston, en 1844. Su viaje había durado tres años y nueve meses, y le sirvió para acumular experiencias y anécdotas con las que divertía a sus compañeros. Pronto empezó a escribirlas, hasta que las reunió en un volumen que tituló Taipi (escrito en inglés como Typee), que apareció en 1840, con muy buenos resultados de ventas. Ya decidido a convertirse en un escritor profesional, publicó luego otro relato de aventuras, “Omoo” (que en el lenguaje de los indígenas de las Marquesas significa vagabundo). Con un mínimo de ingresos asegurados, se instaló definitivamente en Nueva York, casándose con la bien dotada hija de un respetable juez bostoniano. En su tercer libro dejó un poco de lado el relato de sus aventuras, y se internó en la ficción. Su nuevo libro se tituló Mardi, y fue publicado en Nueva York y Londres simultáneamente en 1849. Pero este libro y los dos que le siguieron fueron un fracaso de ventas y recibieron críticas adversas. De inmediato, se internó en la escritura de Moby Dick o la ballena, pensando que terminaría la novela en pocos meses. Sin embargo, le llevó un año y medio terminarla y recién se publicó en 1851. Como las anteriores, fue un fracaso comercial, y el reconocimiento de su gran valor vendría treinta años después, ya muerto su autor.

Digresión 1:

En la época en la que Melville escribió Moby Dick la industria ballenera estaba en su apogeo, especialmente entre 1829 y 1860. La demanda de aceite de ballena para iluminación, y de otros productos que se obtenían del cetáceo, como paraguas, corsés y perfumes, era enorme y se mantuvo como una de las industrias más importantes de Estados Unidos, Francia e Inglaterra, hasta la explosión de la industria petrolera a finales del siglo XIX y principios del XX. Paralelamente, la caza de ballenas sirvió para desarrollar toda una cultura marítima, y hasta un lenguaje propio y diversas formas de expresión artística. En el magnífico prólogo que Cesare Pavese escribió para su traducción de la novela al italiano, en 1930, escribió que Melville “no se avergüenza en empezar Moby Dick, el poema de la vida bárbara, con ocho páginas de citas, y de seguir discutiendo, continuando con las citas, dándoselas de literato… El ideal de Melville culmina con Ishmael, un marinero que puede remar con sus compañeros iletrados durante medio día detrás de un cachalote y que luego se retira a meditar sobre Platón bajo el palo mayor”.

La novela se llamó Moby Dick o la ballena, pero en realidad no se trataba de una ballena (whale) sino de un cachalote blanco (en inglés sperm whale), una especie distinta, generalmente pacífica y herbívora, que rehúye a los barcos. Pero la literatura lo convirtió en un animal asesino y cruel.

Después de sus reiterados fracasos comerciales, Melville se transformó en un personaje cada vez más recluido, aislado del mundo literario que frecuentaba. Sus amigos empezaron a temer por su salud mental. Melville trabajó después en su novela Pierre, que publicó en 1852. Era una obra en la que revelaba aspectos oscuros de su vida, forjando la historia de un artista alienado que buscaba una salida en la humillación de la pobreza en la que vivía, rechazando la hipocresía de la sociedad que lo rodeaba. La novela fue un nuevo fracaso comercial y de crítica, lo que le hizo creer que su carrera como escritor estaba terminada. A pesar de eso siguió escribiendo, aunque publicando muy poco.

Aunque nadie lo sabía, logró trabajos memorables como “Bartleby, el escribiente” (1853), “Las encantadas” (1854) y Benito Cereno (1855), tal vez la mejor de sus obras junto con Moby Dick. Al año siguiente, se embarcó por última vez, viajando por Medio Oriente y el Pacífico sur, y se dedicó a escribir el más largo poema escrito en la literatura estadounidense: “Clarel”, 18.000 versos, en los que relata el peregrinaje de un estudiante a Jerusalén para recobrar su fe. Gracias a una pequeña herencia recibida, Melville imprimió 350 ejemplares del poema, cuyas ventas no lograron agotarlos. Luego desapareció voluntariamente de la escena, hasta el punto de que mucha gente lo olvidó o creyó que había muerto. Para conseguir un sustento económico, concursó para ocupar el consulado estadounidense en Florencia, pero no pudo aprobar el examen. Gracias a la ayuda de algunos amigos y parientes, consiguió un puesto como agente en el Departamento de Aduanas del gobierno de EEUU. Allí trabajó durante los últimos treinta años de su vida, hasta que murió en 1891. Quedaron inéditos varios escritos, entre ellos un libro de poemas y una novela corta, Billy Budd, que trata el eterno conflicto entre la justicia y la ley, y que permaneció casi oculto en su familia hasta 1924, cuando fue publicada en Londres con gran éxito, lo que abrió la puerta para el redescubrimiento de la obra de Herman Melville.

Digresión 2:

No pasó mucho tiempo después de este redescubrimiento para que Hollywood utilizara Moby Dick para alumbrar sus engendros. En 1926 se filmó una película, muda, con John Barrymore, con un insólito final feliz. No satisfechos con esto, hubo otra versión, esta vez sonora, y otra vez con un John Barrymore un poco más entrado en años, en 1931, en la que además de derrotar a la ballena, el sombrío capitán Ahab termina casándose con una hija del padre Mapple.

Pero por fin Moby Dick tuvo su más famosa y profunda versión cinematográfica en la película de 1965, dirigida por John Huston y protagonizada por Gregory Peck en el papel de Ahab, el inglés Richard Basehart como Ishmael, y el gran Orson Welles como el padre Mapple. El guion fue escrito nada menos que por Ray Bradbury, el famoso escritor de ciencia ficción autor de Fahrenheit 451. La película se filmó en Irlanda, aunque las escenas marítimas, en las que se emplearon muñecos mecánicos de ballenas de más de 60 metros de largo, se hicieron en aguas de las Islas Canarias. Recuerdo muy claramente el impresionante sermón del padre Mapple antes de la partida del buque “Pequod”, que parece que fue escrito por el mismo Orson Welles.

En 1988 se hizo una miniserie para TV, protagonizada por el inglés Patrick Stewart, en la que apareció Gregory Peck en el papel del padre Mapple, en el que fue su último trabajo para el cine antes de morir. Pero el colmo de la ridiculez y la falta de respeto al texto, fue un largometraje de 2010 en el que la fragata “Pequod” se transformó en un submarino, Ishmael era una bonita oceanógrafa, y el cachalote terminó convertido en un monstruo prehistórico que habitaba en el fondo del mar.

Existen muchísimas ediciones de Moby Dick traducida al castellano. Tal vez la mejor es la traducción que hizo Enrique Pezzoni, y que todavía hoy puede conseguirse en la edición de Penguin Classics o en la de editorial Debate, Madrid 1970.

Digresión 3:

“Bartleby, el escribiente. Una historia de Wall Street” es un entrañable y conmovedor cuento de 1853 que revela la calidad literaria de Melville y es, sin duda, una de sus mejores obras. La frase “I would prefer no to” (preferiría no hacerlo) se ha convertido en una frase icónica de la literatura universal, y es la rebeldía sin sentido del que prefiere terminar sus días en la cárcel y dejándose morir de hambre, antes que renunciar a su convicción. En su ensayo “Bartleby o la fórmula”, de 1993, el filósofo francés Gilles Deleuze concluyó que “Bartleby no es un enfermo, sino el médico de una América enferma”.

Jorge Luis Borges, que le dedicó a Melville un hermoso poema (ver Obra poética, de Alianza/Emecé, Buenos Aires 1977 p. 484), también tradujo impecablemente el cuento al castellano, y le escribió un prólogo digno de ser leído: https://campus.almagro.ort.edu.ar/lengua/articulo/982625/prologo-de-jorge-luis-borges-a-bartleby-el-escribiente-de-melville. La traducción de Borges ha sido editada por Ed. Siruela, Madrid 1984.

Digresión 4:

La novela de Melville publicada póstumamente, Billy Budd, fue utilizada por el compositor y director de orquesta británico Benjamin Britten para la ópera de ese nombre, en cuatro actos, y con libreto del escritor inglés E. M. Forster, el autor de “Pasaje a la India”. La ópera se estrenó en el Covent Garden de Londres en diciembre de 1951. El mismo libro sirvió para la película de 1962, dirigida y protagonizada Por Peter Ustinov, que en español se llamó “La fragata infernal”.

HERMAN MELVILLE
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