02/06/2020: 138 aniversario de su fallecimiento.
Si hay en la historia un ejemplo de vida aventurera, casi cinematográfica, ese es Giuseppe Garibaldi. No daba el physique du role al que nos acostumbró la foto demasiado perfecta del Che Guevara, de cabellos enmarañados y barba rala. Este era un señor de rostro adusto y barba cuidada más parecido a un maestro de escuela del siglo XIX que a un marino contrabandista de armas, un guerrillero que combatió por la libertad y la república en Italia, un corsario al servicio de la República de Rio Grande do Sul en Brasil, y también por su paso por Argentina, Uruguay, Perú y Turquía.
Si alguien quiere tener una idea de la vida aventurera de Garibaldi, probar un bocado, lo invito a leer el somero e incompleto resumen de su paso por la República de Rio Grande do Sul, entre 1836 y 1841, y de la lucha por independizarse del entonces imperio de Brasil en https://senderosdelahistoria.wordpress.com/2017/05/20/garibaldi-en-america-primera-parte-brasil-1836-1841/ Esto sí que es una novela de aventuras!
Por lo demás, vamos a la semblanza acostumbrada.
Garibaldi nació el 4 de julio de 1807 en la ciudad de Niza, en la Costa Azul (famosa hoy por ser un lugar turístico preferido por la socialitè internacional. Pero en 1807 era parte del reino de Piamonte, y considerada como parte de la Italia desunida. A finales del siglo, y como consecuencia de su temporal alianza con Austria, Francia había invadido y anexado la ciudad en 1860. Todavía en 1871, Garibaldi se levantó en armas contra Francia, exigiendo la devolución de Niza a Italia). Hijo de un humilde pescador y marinero, el joven Garibaldi se formó también en el mar. A los veinte años, enrolado en diversas tripulaciones, recorrió el Mar Negro, por Rusia y Turquía. En 1832 su barco fue capturado por piratas turcos, estuvo un tiempo en una prisión, de la que pero finalmente escapó, y pudo regresar a Niza.
En esos años, el movimiento Joven Italia era una organización política italiana fundada en 1831 por el antiguo miembro carbonario Giuseppe Mazzini (los carbonarios eran una sociedad secreta de la primera mitad del siglo XIX que tuvo profunda influencia en los movimientos revolucionarios liberales de 1820, 1839 y 1848 en Europa) que tenía el propósito de educar al pueblo italiano en los ideales de la libertad, y que tenía como objetivo realizar una revolución que condujese hacia la unidad italiana bajo un gobierno republicano. Garibaldi, atraído por el militante republicano Mazzini, se incorporó en 1834 a esa organización. En su lucha por la independencia del Piamonte, fue designado como capitán de su marina. En 1843 encabezó una fallida rebelión en Génova, por la que fue condenado a muerte.
Afortunadamente, pudo escapar y de inmediato se marchó hacia América, recalando en Brasil. Allí se embarcó en la lucha de los republicanos de Rio Grande do Sul contra el emperador brasileño Pedro I, hasta que las batallas lo arrastraron hasta Uruguay, donde se encontró en medio de una guerra que enfrentaba al gobierno colorado (liberal) de Fructuoso Rivera con los conservadores blancos de Manuel Oribe, apoyado por el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. Oribe había sitiado a Montevideo, y la flota argentina bloqueaba el puerto uruguayo. En 1842 el gobierno uruguayo designó a Garibaldi comandante de su flota, que enfrento a las naves argentinas comandadas por el almirante Guillermo Brown. Garibaldi fue derrotado, sufriendo fuertes bajas. De regreso a Montevideo, creó una Legión que siguió combatiendo en tierra, pero no tuvo mucha suerte en esas batallas. Entre esos combates, tuvo tiempo para casarse con Ana María de Jesús Ribeiro, que sería conocida como Anita Garibaldi, una brasileña de la que se enamoró perdidamente durante la estadía en Rio Grande, y que lo siguió fielmente en todos los combates, mostrando gran coraje en muchas batallas en las que combatió junto a su marido. Anita Garibaldi fue declarada heroína de Brasil en 2012 y su nombre inscripto en el “Libro de los Héroes de la Patria” por orden de la presidenta Dilma Rousseff. Tras volver a Italia en 1848, retomó su lucha en favor de la independencia de los estados del norte de Italia, ocupados por Austria y Francia. Tampoco entonces tuvo éxito y huyó de Italia con un grupo de fieles y con su esposa Anita. Mientra huían perseguidos por españoles, franceses y napolitanos, Anita se contagió de cólera, y murió en 1849. Una segunda huída hacia América, esta vez hacia Nueva York, adonde estuvo hasta 1853. Cuando volvió a Europa en 1854. Porque ese año estalló la segunda guerra de la independencia italiana, en la que Garibaldi volvió al combate, ahora con el grado de mayor general. Conquistó Varese, Como y Brescia. Hubo negociaciones de paz, y en ellas el rey de Saboya, Víctor Manuel II, bajo cuya bandera ahora combatía Garibaldi, logró la anexión de Lombardía, tras lo cual varias otras regiones del centro italiano se incorporaron a su dominio. Faltaba el reino de las Dos Sicilias, el sur de la península, con lo que el objetivo de la unificación del país estaría al alcance de la mano. Garibaldi desembarco en Sicilia al frente de los mil camisas rojas (como se relata en la novela El Gattopardo de Giuseppe Tomasi de Lampedusa, o en la película de Luchino Visconti de 1963) y después de arduos combates, logró derrotar al ejército de Francisco II de Nápoles, el último rey Borbón de Italia, que huyó y se refugió en los estados pontificios (Roma). Garibaldi quiso avanzar hacia Roma, pero Víctor Manuel y su ministro liberal, el conde de Cavour, lo evitaron por temor a la Iglesia católica y para no perder lo que se había ganado. Insatisfecho por esto, Garibaldi siguió luchando contra las tropas francesas de Napoleón III que ocupaban Roma, pero fue derrotado y hecho prisionero. Con el apoyo de Prusia, Garibaldi derrotó a los austríacos en 1866. Esto lo animó para marchar otra vez sobre Roma, pero fue derrotado una vez más. En 1870 Garibaldi fue elegido diputado al Parlamento italiano, cargo al que renunció porque sus ideas republicanas no eran aceptadas. Entonces, se retiró a la isla de Caprara en el mar Adriático, cerca de Cerdeña, donde falleció el 2 de junio de 1882.
El viejo general había dejado precisas instrucciones para que sus restos fueran cremados, y hasta había especificado la madera que debía usarse para el cajón. Había pedido que el ataúd estuviera abierto mientras lo cremaban, para que los rayos del sol bañaran su rostro. Y que se mezclaran sus cenizas con la tierra, para que luego crecieran plantas y flores que simbolizaran una Italia nueva y mejor. Nada de eso se cumplió. Su cuerpo fue enterrado junto a su casa, aunque muchos aseguran que algunos partidarios desenterraron el cadáver una noche y lo quemaron, como había sido su deseo. En 2012, el ministerio de Cultura italiano anunció que procedería a la exhumación de los restos del héroe de la unificación, cuyos descendientes reivindican su legado.
Un dato singular, pero que da cuenta de la popularidad internacional que había alcanzado Garibaldi: en 1861, cuando estalló la guerra civil en Estados Unidos, el presidente Abraham Lincoln invitó a Garibaldi para ocupar un alto cargo en el ejército de la Unión, invitación que Garibaldi rechazó.
Como curiosidad: el famoso novelista francés Alejandro Dumas, un republicano fervoroso, fue espectador de la segunda guerra de la independencia italiana, y apoyó financieramente a Garibaldi comprando armas para su ejército. Además, fascinado por el personaje, lo ayudó a redactar sus memorias, que finalmente publicó con su nombre en Francia en 1860. Como compensación por la ayuda prestada, Garibaldi nombró a Dumas como conservador del Museo de la Ciudad de Nápoles.
Si alguien estuviera interesado en leer las Memorias de Garibaldi de Alejandro Dumas en castellano, encontré una vieja edición mexicana en http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1020025099_C/1020025099_T1/1020025099.PDF