23 de agosto de 2020: 93 años de la ejecución de Sacco y Vanzetti.
En el juicio de Sacco y Vanzetti se violaron muchos procedimientos y derechos fundamentales de los acusados. El principal: la presunción de inocencia. Mucho más, cuando se trataba de delitos que conllevaban la pena de muerte. Como no se pudo demostrar fehacientemente la culpabilidad, se optó por presumirla.
Ni los testimonios exculpatorios de muchos testigos, ni las contradicciones en los argumentos de la fiscalía, ni la campaña mundial contra la pena capital para los acusados los salvó de la silla eléctrica.
El 15 de abril de 1920 un camión pagador fue asaltado a la luz del día en la localidad de Braintree, en el estado de Massachussets. Los dos guardias federales que custodiaban el camión fueron asesinados y se robaron más de 15.000 dólares de entonces. Un histérico cuerpo policial se lanzó tras el que los policías creyeron que era el auto que se utilizó en el robo. Unas noches más tarde, Sacco y Vanzetti, junto con otros dos hombres, se presentaron en una casa que estaba bajo vigilancia policial porque en ella estaban estacionados dos coches sospechosos, para reclamar uno de esos coches, ambos portando pistolas. Sospechando la trampa policial, los cuatro anarquistas huyeron, dos en una motocicleta y Sacco y Vanzetti en tranvía. La policía los atrapó, fueron encarcelados y no pudieron explicar su presencia en el lugar. Los interrogatorios policiales no se centraron mayormente en los supuestos delitos sino en su filiación política. Luego rápidamente fueron juzgados por el juez Webster Thayer y condenados, primero por un robo e intento de homicidio frustrado ocurrido ese mismo día en un lugar cercano, en Bridgewater, condenándolos a diez años de cárcel. Pero luego volvieron a juzgarlos, aunque no había pruebas para ello, ahora por el doble asesinato y robo de South Baintree. En un hecho insólito, el juez Thayer solicitó hacerse cargo de este segundo caso, y aquí los condenó a la pena de muerte. Aunque el abogado de la defensa hizo que Sacco y Vanzetti admitieran su ideología anarquista, para poder centrarse en el argumento de que el juicio se estaba haciendo sobre esas ideas y no sobre delitos comprobados, cada uno de sus argumentos y testigos fueron rechazados por el fiscal y por el juez. Mientras esto sucedía, el proceso se había convertido en un fenómeno mediático de claros tintes políticos. El clamor se extendió por todo el mundo, y muchos intelectuales de prestigio internacional y políticos de distintas corrientes encabezaban las marchas, repartían folletos pidiendo la libertad de los acusados y firmaban documentos de protesta. Firmaron peticiones de clemencia, entre otros, Albert Einstein, Bertrand Russell, Miguel de Unamuno, John Dos Passos, Roman Rolland. Pero todo fue inútil. Sacco y Vanzetti pasarían siete años en la cárcel, entre apelaciones y alegatos, hasta su ejecución.
Cincuenta años después, la justicia estadounidense revisó el caso y pudieron constatarse numerosas fallas en el juicio. El gobierno norteamericano reconoció oficialmente el error y pidió disculpas a los descendientes de los ejecutados el 23 de agosto de 1927.
Digresión 1:
Bartolomeo Vanzzeti caminó erguido hasta la silla eléctrica y se sentó solo, sin ayuda. Cuando los guardianes comenzaron a ajustarle las correas en la cabeza y al cuerpo, dijo en mal inglés: «Quiero deciros que soy inocente y que nunca estuve complicado en ningún crimen, si bien he pecado alguna vez. Os agradezco todo lo que habéis hecho por mí. Soy inocente de todo crimen, no solo de ese. No soy más que un hombre inocente».
Nicola Sacco había nacido en 1891, en la provincia de Foggia, Italia, era zapatero de profesión, y había emigrado a Estados Unidos en 1908. Bartolomeo Vanzetti nació 1888 en la provincia de Cúneo, Italia, y era vendedor ambulante de pescado. También había llegado a Estados Unidos en 1908.
El juicio y la condena de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti es una página negra (entre otras) de la historia nacional estadounidense, el reflejo del clima de la época pleno de miedo político y prejuicios raciales, que todavía hoy podemos comprobar habitualmente. Lo que era cierto, es que Sacco y Vanzetti eran anarquistas, partidarios del uso de la violencia para la consecución de sus objetivos, aunque nunca les probaron ningún delito concreto. Eran miembros de la célula de East Boston del Gruppo Autónomo, seguidores del anarquista italiano Luigi Galleani, que ya había sido deportado en 1919. Pero siempre se declararon inocentes del cargo de robo y asesinato de Braintree. Y al no haberse comprobado su participación en este hecho, fue obvio que la condena y posterior ejecución en la silla eléctrica de Sacco y Vanzetti se debieron a su ideología. Y como las leyes indicaban que nadie podía ser perseguido por sus ideas, el juicio y la condena estaba viciados de nulidad absoluta. Y aunque no existe un registro en la transcripción completa del juicio, varios medios denunciaron que el juez del caso, Webster Thayer le dijo al jurado que era posible que aunque “este hombre (refiriéndose a Vanzetti) no haya cometido en realidad ninguno de los crímenes que se le atribuyen, es sin duda culpable, porque es un enemigo de nuestras instituciones”.
Digresión 2:
Los años del fin del siglo XIX y principios del XX fueron años en los que fue muy importante el desarrollo de la violencia anarquista en muchos lugares del mundo. Desde Estados Unidos hasta Rusia, y desde España a la Argentina, grupos anarquistas violentos participaron de ataques contra las instituciones nacionales. En Argentina, por ejemplo, un anarquista judío nacido en Ucrania llamado Simón Radowitzky, mató en 1909 con una bomba al jefe de la policía de Buenos Aires, el coronel Ramón Falcón (después del atentado, Radowitzky fue capturado por la policía y encerrado en la cárcel de Ushuaia, donde permaneció 21 años encarcelado. Al salir de la prisión, se radicó en México, donde murió en 1956). La famosa emperatriz austríaca Sissi (Isabel de Baviera) fue apuñalada en 1898 mientras paseaba por el lago Lemán de Ginebra por el anarquista italiano Luigi Lucheni (en realidad, Lucheni tenía planeado asesinar al príncipe de Orleans, pretendiente al trono de Francia. Pero cuando se enteró del paseo de la emperatriz, aprovechó que ella no tenía custodia policial para asesinarla). En Estados Unidos, en esos años ‘20, ser italiano era en muchos casos, equivalente a ser mafioso o anarquista. Y tanto la mafia como el anarquismo tuvieron un notable desarrollo.
Digresión 3:
La película que Giuliano Montaldo filmó en 1971, titulada Sacco y Vanzetti, recibió varios premios. Fue parte del movimiento de cine político italiano de las décadas de 1970 y 1980, que denunciaba la corrupción del estado italiano, de sus políticos, jueces y policías. Y que se extendió luego hasta el asesinato en 1992 del fiscal Giovanni Falcone, que investigaba a la mafia siciliana y sus conexiones políticas. La película de Montaldo fue protagonizada por Gian María Volonté y Riccardo Cucciolla, y es un firme alegato en favor de la inocencia de Sacco y Vanzetti, basada en la investigación minuciosa del escritor Herbert Ehrmann. Según éste, el robo y asesinato de South Braintree, de los que se culpó a los anarquistas italianos, fueron en realidad obra de una organización criminal conocida como la banda de Morelli, unos delincuentes comunes con largo historial. La historia de los dos inmigrantes italianos no es la historia de un error judicial, sino todo un ejemplo de la instrumentalización del sistema de justicia en defensa de los intereses políticos de los sectores más conservadores del país, que entendieron la condena como un escarmiento. Los dos anarquistas fueron ejecutados por ser tales y, por lo tanto, representantes de un “peligro social”, por ser inmigrantes y pobres, y por ser italianos, extranjeros, como advertencia para otros.
También se hizo una miniserie para televisión en dos episodios, que realizó Fabrizio Costa en 2005, con las actuaciones de Ennio Fantastichini (Vanzetti), Sergio Rubini (Sacco), Anita Caprioli (Rosa, la esposa de Sacco), Omero Antonutti y Hristo Shopov.
Para leer el alegato final de Vanzetti en la corte: ver https://www.youtube.com/watch?v=R3GxrjpDX3o
Sobre el juicio, se puede leer el libro de John dos Passos (1896-1970) Ante la silla eléctrica, y fue publicado en castellano por Errata Naturae, Madrid. Dos Passos es el autor de la famosa Manhattan Transfer.
La película de 1971 Sacco y Vanzetti, del director italiano Giuliano Montaldo, tiene música de Enio Morricone. La canción Here’s to you, Nicola and Bart, o más conocida en castellano como la Balada de Sacco y Vanzetti, fue cantada por la cantante de música country Joan Baez, y pude escucharse en https://www.youtube.com/watch?v=7oday_Fc-Gc
También se puede ver la película de Montaldo on line gratuitamente, previa inscripción en: https://pelis-online.net/drama/16586-sacco-y-vanzetti.html
Entre los escritores estadounidenses que denunciaron el crimen cometido contra Sacco y Vanzetti se encuentras Upton Sinclair (1878-1968), ganador de un premio Pulitzer, socialista convencido, que escribió Boston 1928.
También Howard Fast, un famoso novelista comunista, escribió La pasión de Sacco y Vanzetti en 1953. H, Fast es bien conocido por su novela Espartaco, publicada en 1951, que sirvió de base para la película del mismo nombre, dirigida por Stanley Kubrick en 1960, y protagonizada por Kirk Douglas.